La segunda comparecencia de Iñaki Urdangarin ante el juez que lleva el caso Nóos ha dejado algunas cosas más claras. El corte entre la Casa del Rey y el yerno del Monarca se ha puesto más de manifiesto que nunca. Otra cosa es que la distancia tomada por la Zarzuela y las manifestaciones de él mismo ante el juez desvinculando a su familia política puedan tener algún efecto en el proceso y, sobre todo, en la opinión pública.

El encausamiento del duque de Palma no ha podido producirse en peor momento, cuando la crisis económica ha puesto al descubierto abusos, prevaricaciones y robos en prácticamente todas las instancias públicas del país. Pero no podía ser de otra forma, porque el negocio que subyace en el caso Nóos es producto de aquellos años de abundancia y del pelotazo en los que tantos cedieron a la tentación de meter la mano en la caja pública.

Por más que los correos electrónicos puedan ser cuestionados como prueba judicial, lo cierto es que están dando sus frutos. El antiguo socio de Urdangarin, Diego Torres, ha conseguido imponer la estrategia de las defensas, y también influye en la misma causa. Su intención era salpicar a la Casa del Rey, y lo ha conseguido. De ahí, que lo primero que el duque de Palma hizo ayer fue leer un comunicado ante el juez Castro en el que se exonera de toda relación a la Zarzuela, que inmediatamente hizo público el mismo texto desde Madrid. El primer objetivo es desvincularse a toda costa de la Casa del Rey. A ello contribuyó también la declaración del secretario de las infantas, Carlos García Revenga, que insistió en la distancia, intentó desligarse personalmente, confirmó que desde la Zarzuela se dijo a Urdangarin en el año 2006 que se alejara de esas actividades. Y, lo más importante, dejó constancia de que cuando tuvo información de los negocios del yerno del Rey consideró que las cantidades que facturaba eran impropias, por elevadas. Lo dejó solo y aislado.

La situación en que se encuentran hoy los políticos que entonces colaboraron con Nóos es suficientemente explícita de quiénes eran y a qué se dedicaban los compañeros de viaje del duque de Palma. Como ellos, él está acorralado. Centra su defensa en la negación de toda evidencia y en establecer un muro de contención para no contaminar a su esposa y a la familia de esta. Solo el tiempo dirá si consigue alguno de los dos objetivos.