Es indignante como algo que sirve para salvar nuestras vidas, es objeto de tantas mentiras. Las mascarillas han sido las protagonistas de los desatinos del Gobierno de Sánchez y de la Junta de Extremadura porque, desde el principio, los “responsables” de gestionar esta crisis sanitaria han actuado anteponiendo sus intereses a la protección de los ciudadanos.

En un primer momento, con la población en pánico y desabastecida de mascarillas, el portavoz del Gobierno, actuando como tal y no como experto, desaconsejó su uso; llegó incluso al absurdo de calificar cierto tipo de ellas como “egoístas”. En el caso de Extremadura la cosa fue más drástica; el consejero Vergeles, médico, por cierto, determinó que las mascarillas no servían para nada, que generaban alarma y que “esperaba verlas solo en los alérgicos”.

La verdad era otra. El Gobierno fracasó en sus compras y no había mascarillas para la población, y la Junta ni siquiera lo intentó por falta de dinero. Esta realidad quedó al descubierto cuando no les quedó más remedio que reconocerlo antes de hacer obligatorio su uso y sancionar a quien no la llevara.

Una vez descubierta la mentira, llegó el asunto de la rebaja del IVA. Algo que muchos países de la Unión Europea han entendido necesario para que todos los ciudadanos tuvieran acceso a esa protección. El Gobierno de Sánchez se negó a hacerlo. El primer engaño fue que Bruselas no lo permitía; lógicamente ese embuste fue descubierto desde el primer momento, porque el resto de países con el IVA reducido también pertenecen a la UE y están sujetos a sus normas, y porque Bruselas ha comunicado que en mayo avisó a los Estados miembros de que podían bajarlo sin sanción.

Entonces, el Gobierno pasó a una segunda fase. Si bajaban el IVA de las mascarillas, la pérdida de ingresos, 1.500 millones, era inasumible. Lo que hace unos meses le parecía poco dinero a la ministra Montero, un importe que se quitaba o ponía en el presupuesto (“chiqui”) sin mayor problema, se convirtió en algo a lo que el Gobierno no quería renunciar a pesar de tratarse de un impuesto sobre algo tan vital; claro que no es extraño, con la ristra de asesores que tienen que pagar.

Sepan ustedes que el PP presentó en la Asamblea de Extremadura, el pasado 5 de noviembre, una iniciativa para que se bajara el IVA de las mascarillas. El PSOE votó en contra. Pasó lo mismo en el Congreso; de hecho, su portavoz Lastra insistió en la negativa pocas horas antes de que su compañera de partido, la ministra Montero, anunciara que se bajaba el IVA al 4%.

Todo esto no sería más que otra de las mentiras a las que nos tienen acostumbrados, otra más de sus rectificaciones en su nefasta gestión si no fuera porque, en este caso, nos va la vida en ello.