En Extremadura somos así. Esta frase me mata. Pues si somos así, habrá que cambiarlo. El jueves pasado estuve en la entrega del premio ‘Joven Emprendedor’ del grupo Alfonso Gallardo, donde el propio Alfonso Gallardo dijo en un sencillo discurso admirar a los catalanes por su espíritu comercial y a los vascos por su espíritu emprendedor, y que una mezcla de ambos haría a cualquier territorio convertirse en el mejor. El veterano empresario, que dice no tirar la toalla nunca, habló de excepciones como la de su paisano Ricardo Leal, presente en el acto, «quien salió de la nada en un pueblecito como Jerez de los Caballeros y hoy día le vende sortijas hasta a los chinos». Esta anécdota viene a colación para demostrar que los extremeños no tenemos por qué tener fijado nuestro destino y que no todo consiste en ser funcionario o emigrar; que en ocasiones cabe preguntarse por qué somos de esta manera y que quizás estemos perdiendo miles de oportunidades simplemente porque los que viven bien quieren seguir haciéndolo y las generaciones venideras que se las apañen como puedan. Total, si hemos emigrado toda la vida, unos cuantos años más qué más da.

Digo todo esto por la cantidad de escépticos y opositores que han salido en los últimos días tras conocerse que hay un grupo extranjero que quiere montar un parque temático o de ocio en La Siberia extremeña, donde resulta que hay agua de los pantanos pero cada vez menos gente, y se culpa al PSOE de acordar una ley con el PP para favorecer precisamente eso, que se instale. No estoy diciendo que nos arrastremos por nadie, tampoco que se ponga un pegote que justifique un casino. No conozco el proyecto más que por ciertas conversaciones oficiosas, pero si se da por hecho que no va a haber impacto medioambiental porque no trae aparejada industria contaminante alguna, si se van a invertir más de mil millones de euros, dotar a la zona de miles de plazas hoteleras y crear más de tres mil puestos de trabajo, ¿se puede por lo menos analizar y debatir?

Si es un fiasco, que se le castigue a sus responsables por mentir. Si es un timo, que se descubra y no vaya para adelante. Si vienen a sacar tajada de una legislación favorable pero no cumplen lo prometido, que se denuncie en el juzgado. ¿Pero a priori un no rotundo? Es cierto que estamos cansados de cantamañanas, cantos de sirena y cuentos de la lechera, y también de que se nos engañe con chuflas que solo buscan un rédito electoral, pero la negatividad ante lo que supone una oportunidad no es un signo que deba caracterizarnos.

Habrá que estudiarlo y determinar si nos interesa porque, sinceramente, no estamos para andar rechazando inversiones en un mercado cada vez más globalizado y competitivo. Es más, se deberá ofrecer cierta seguridad jurídica a quien venga, no sea que le pase como con Valdecañas, el mejor complejo turístico y de ocio de Extremadura y de la España de interior que, por hacerlo mal desde el principio, ahora va a haber que tirarlo por sentencia judicial. Una aberración se mire como se mire si se compara con el secarral que existe a su alrededor y, encima, se traslada fuera de Extremadura un mensaje negativo de que todo aquel que quiera venir aquí a gastarse su dinero tiene un problema. Eso sin citar las hipotéticas indemnizaciones que sin duda alguien tendrá que pagar, porque nadie le dijo al promotor y a quienes compraron después su vivienda que iba a haber que derribarlas y devolverlo todo a lo que fue, una isla llena de maleza.

No quiero pecar de pesimista, pero lo de La Siberia y el susodicho parque de ocio seguirá a debate los próximos meses y digo desde ya que nadie debe ponerse a favor de un proyecto que hoy día es desconocido. Pero en contra considero que tampoco. Pasar de la incredulidad (¿en La Sibería? ¿Mil millones de euros? ¿tres mil puestos de trabajo?) a la oposición en un santiamén no es un comportamiento lógico porque estoy seguro de que si unos inversores de ese calado deciden obviar a Extremadura y, por ejemplo, instalarse en Portugal, muchos de estos opositores se llevarían las manos a la cabeza.

Extremadura no puede obviar su responsabilidad ni dejarse llevar por el primer postor, pero tampoco permanecer impasible y sin armas con que competir viendo como el resto de territorios avanzan y nosotros seguimos quietos. ¿O es que los extremeños definitivamente somos así?