Periodista

Los hombres y las mujeres de Extremadura, cuando están de veraneo, hablan mucho del tiempo y de la comida. A ellas, más prácticas, les gusta charlar sobre recetas de cocina factibles y novedosas. Los hombres, más enredadores y fantasmas, refieren sus últimos hallazgos gastronómicos: ese chuletón en Hervás, esa merluza en Llanes, o esas gambas en el Puerto...

Hay un punto, sin embargo, en el que las mujeres callan aburridas y los hombres se excitan apasionados: las autovías. A los hombres, de veraneo, les encanta hablar de autovías. Eso sí, mientras el veraneante castellano se deshace en cálculos sobre lo que se ahorra con las nuevas carreteras de cuatro carriles, el extremeño se cabrea, enrojece, se irrita y descompone al comparar el estado de las comunicaciones en España con la tortuosa realidad, todavía, de la N-630 camino de Salamanca o Sevilla, de la N-521 entre Cáceres y Trujillo o de la EX-100 de Cáceres a Badajoz.

Es lo malo que tiene el viajar, que comparas y te das cuenta de que cada verano hay novedades importantes en Castilla o en Andalucía, mientras que aquí, salvo algún tramillo de la 630, todo sigue casi igual. De todos los destinos turísticos de España, Asturias es el que más peligros encierra para el varón extremeño que gusta de las tertulias de verano. Llega a la playa de La Franca, hace cola para subir en el funicular de Bulnes, recorre la Senda del Oso y cada vez que se sienta a hojear la prensa asturiana descubre la inauguración de una nueva autopista. Es lo que tiene el ser la patria chica del ministro Alvarez Cascos, que te pone la región como una cuadrícula. Así, los asturianos pueden ir de Mieres a Gijón por la autovía de Oviedo o por la nueva de Langreo; ya pueden viajar hacia Santander por autovía; si desean salir hacia A Coruña, escogerán entre la nueva autovía de Trubia o la que ya se construye por la costa y, en el colmo del lujo, pronto se acercarán de Ribadesella a Cangas de Onís por la autovía del Sella. Ribadesella y Cangas de Onís tienen menos habitantes que Casar, pero como en agosto hay mucho turismo, pues toma ya, cuatro carriles de regalo. Además, en diciembre se inaugurará el tramo de la Autovía de la Plata entre León y Benavente, que completa el existente desde hace años entre León y Gijón; acaba de abrirse la autopista de peaje León-Astorga y avanza la autovía de León a Burgos, por donde ya se circula hasta más allá de Sahagún.

Claro, luego le llega al veraneante extremeño EL PERIODICO EXTREMADURA por correo, lee que la autovía a Trujillo todavía está en estudio informativo y aún se racanea su conexión con la Autovía de la Plata, esperando a que la Ronda Norte se convierta en otra avenida Hernán Cortés atestada y atascada... Y si a ello se añade el razonamiento de que una autovía de Cáceres a Badajoz no es interesante porque se podrá dar un rodeo por Mérida pues eso, que para no congestionarte, prefieres pasar el veraneo callado como un muerto o cambiarte al bando de las señoras para intercambiar recetas de Arguiñano.

Cuando Cascos visita Extremadura para poner una primera piedra o inaugurar un tramo de la Autovía de la Plata, los técnicos comentan que con las subvenciones a Galicia por lo del chapapote, las licitaciones en Extremadura van a quedar empantanadas. Para constatar este comentario basta viajar a Galicia y certificar los avances en el tren gallego de alta velocidad o en las autovías interiores y los puertos. Luego regresas a casa, lees las informaciones sobre la catástrofe de Valencia de Alcántara, no encuentras por ningún lado anuncios de inversiones millonarias para paliar el desastre y vuelves a ponerte al borde de la congestión. Y es que lo mejor es no viajar ni comparar. Te quedas en casa, te comes los pimientos rellenos de tortilla que Arguiñano le ha enseñado a tu suegra y que le den dos duros a las autovías, al Ave y al futuro.