Creo que no hay duda en que, cuanto más relativos y menos absolutos lleguemos a ser en nuestras opiniones, discusiones, argumentaciones y diálogos con los demás, más y mejor seremos aceptados por aquellos que nos escuchan y tertulian con nosotros.

No es nada bueno creer que siempre se está en posesión de la verdad. Además, «¿qué es la verdad?», fue la pregunta, según la Biblia, que hizo Poncio Pilatos y que no recibió respuesta alguna por parte del propio Jesucristo, posiblemente dándonos a entender que la verdad no sea tan absoluta como se pudiera pensar, o que pueda acompañarse de tantos y diferentes puntos de vista, que sea, al fin y al cabo, la verdad para unos y no tanta verdad para otros.

Con este pensamiento en mente, me propongo comentar, ahora que hay alumnos que van a enfrentarse a las pruebas extraordinarias de las EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad), bien por no haber superado las pruebas ordinarias, o porque, habiéndolas superado, optan por subir la nota, me propongo comentar, digo, si es verdad o no que hay igualdad entre los alumnos de nuestro país a la hora de enfrentarse a estos exámenes.

El despropósito del Ministerio de Educación de propiciar que diecisiete sistemas educativos diferentes campen a sus anchas por la piel de toro, o de vaca, dictando leyes autonómicas que hacen que los exámenes a los que se enfrenten los alumnos sean diferentes, con currículo diferente, con fechas dispares entre sí, y exigencias distintas, va, creo, en dirección opuesta y nunca a favor de conseguir una igualdad entre todos los alumnos a la hora de enfrentarse a estas pruebas.

Siempre que una comunidad autónoma publica leyes autonómicas para los alumnos que estudian y se forman en su territorio, tiende a mejorar las condiciones de los alumnos que viven y estudian allí, como es lógico.

Se le olvida pensar en los alumnos que viven y estudian en otros territorios del resto del país. Ocurre lo mismo con los profesores, los médicos, y demás empleados de esa comunidad. Y eso no es igualdad.

Muy recientemente, la ministra de Educación en funciones, Isabel Celaá, planteaba una reunión en Madrid para la creación de un grupo de trabajo que analizara y estudiara este tema de la igualdad en las pruebas, pero sentaba a priori, unas bases importantes y muy definitivas, como que los exámenes no serían iguales, ni las fechas, ni el currículum, que dependería de cada comunidad autónoma.

Ante todo esto, este humilde pensador, sinceramente, y desde el más profundo respeto a las decisiones de cada uno, y desde la aceptación de que la verdad pueda tener diferentes, variados, y enriquecedores puntos de vista, piensa, por el respeto a todos los alumnos, que esto ni es igualdad ni siquiera tiene visos de acercar a parecerse un poquito a ella.