Cómo no va a ser Extremadura la «gran desconocida» de España si llegar hasta aquí es misión imposible. Una aventura a la altura de grandes obras de ficción. De la Odisea de Homero. Sólo que aquí en lugar de un Ulises obstinado tenemos cientos de ciudadanos jugando a la lotería ferroviaria.

Cuando era niña solía temer al tren de la bruja. Hoy le tememos al tren de la vergüenza.

Otra opción es el avión, si acaso estamos en bonanza económica, pero ni siquiera las escasas opciones de vuelos te aseguran un viaje tranquilo y sin sobre saltos.

Resignada sé que cuando planeo un viaje de vuelta a casa, voy a tener más problemas para llegar de la capital a mi hogar que para cruzar todo un océano hasta mi país.

Durante años ha sido así. Salir desde la ciudad X en el extranjero hasta Madrid, sin problemas. Llegar desde Madrid hasta mi pueblo, es hacer matemáticas a nivel de ecuaciones logaritmicas. Y yo soy de letras.

La región perdió hace tiempo el tren de los centros de poder. Ahora sólo nos queda mirar hacia Madrid, hacia Lisboa y hacia Sevilla. Un importante triángulo que nos rodea pero en el que Extremadura está tan perdida como los aviones desaparecidos que cruzan las Bermudas.

El extremeño sabe que puede llegar hasta uno de estos puntos sin demasiadas dificultades. A partir de ahí, ya averigüese usted la travesía. Porque si no tiene coche probablemente unos cientos de kilómetros casi le tomarán más tiempo que cruzar medio mundo.

Y a pesar de la indignidad que ya tuvieron que soportar más de 160 viajeros en el primer día del año, todavía se puede ser optimista, pues la vergüenza del tren abrió informativos nacionales. Ante la inoperancia de las instituciones, queda el ruido mediático.

Ese día recibí mensajes de amigos de otras regiones. Que lo vieron. Que se acordaron de mí y de mis quejas. Que menudo bochorno. Que cómo nos pueden tener así. Que todo el apoyo.

Ay, ojalá esa solidaridad se reflejara en las reuniones de las autonomías. Cuando nuestros caciques regionales van a repartirse el pastel. Y cada uno vuelve fanfarroneando de la tajada que han logrado sacar al Gobierno central. De los nuestros, en décadas, no han conseguido un pedazo digno que nos saque del aislamiento. O, al menos, una tajadita suficiente para el tren. *Periodista.