THtay quien puede pensar que es solo por ahorrar. Ya saben, hay que mirar mucho más que antes cuánto y en qué nos gastamos los dineros. Pero, como casi todo en esta vida, nada tiene solo una explicación. Hay quienes apuntan a la ecología, al ahorro de recursos naturales y a evitar el abuso de envases y envoltorios. Otros, a una especie de nostalgia, a un fruto más de esta oleada 'vintage' que nos invade. Insisto: el retorno de la compraventa a granel es más, mucho más. No seré yo quien descubra ahora las técnicas de márketing en los puntos de compra que marcan una especie de camino invisible que orientan al cliente hacia los productos de las estanterías mejor ubicadas, las más atractivas o a aquellas cuyas mercancías tienen que ser colocadas más rápidamente.

Una de las explicaciones de la caída de la venta a granel fue la desgraciada estafa social, sanitaria y política del aceite de colza. Ya saben, ese "aceite desnaturalizado" por un "bichito que se mata si se cae de la mesa". Ese veneno que unos desalmados lanzaron al mercado hace más de 30 años, arruinando la vida de miles de familias españolas. El consumidor dejó de confiar en los productos sin etiquetar. No tenían ninguna garantía sanitaria.

Ahora, las cosas han cambiado. La venta a granel tiene ahora toda la seguridad alimentaria, además de la garantía de su origen, cosas que no ofrecen normalmente muchas mercancías. Ahora, cuando todos los consumidores hemos ganado conciencia de nuestros derechos y responsabilidades, volvemos a optar por el gasto adecuado a nuestras necesidades. Hemos ganado en libertad. Y eso es básicamente el gran mérito, y probablemente una de las explicaciones, de la recuperación de la compra- venta a granel. Libre decisión, libre elección y libre determinación de cuánto se gasta. La vida tiene que ser disfrutada a granel, a puñados. Y si sale más barato, mucho mejor.