Ingeniero

Ya se ha promulgado el decreto de disolución de las Cortes, poniendo fin a la VII Legislatura y aunque cuatro años sea un periodo de tiempo notablemente corto en términos históricos, si podemos decir que el Mundo en que comenzó la Legislatura es bastante distinto del actual. Por un lado el macroatentado de New York con la destrucción de las Torres Gemelas, que conmocionó a la opinión publica mundial, esta permitiendo a USA, llevar sus legiones a cualquier lugar de la tierra con casi total impunidad; la ONU pierde tanto liderazgo que su propia función queda en entredicho: China ya es la sexta potencia económica mundial, ha puesto un satélite tripulado en órbita, su economía crece frenéticamente y antes de que finalice la VIII Legislatura será seguramente la tercera en lo económico y la segunda en lo político y militar; la UE hace una justa y necesaria ampliación de fronteras, con la admisión de diez nuevos socios mucho mas pobres que los actuales de la UE y la próxima entrada de otros dos mas pobres aun, con lo que la familia europea es menos rica de lo que era, la disponibilidad de fondos mucho menor y las prioridades muy diferentes, si a esto añadimos la situación preocupante de economías como la Alemana, el panorama dista mucho de ser halagüeño. Todos estos cambios se han producido en la VII Legislatura y marcarán el desarrollo de la VIII.

El PP, ha gobernado con mayoría absoluta, lo que en principio no tiene que ser malo, sino todo lo contrario, ya que posibilita gobiernos estables y fuertes, y esto que es bueno en todas las latitudes, en nuestro caso es particularmente conveniente. Otra cosa diferente es que se haga mal uso de esta mayoría y que el administrador de la misma Aznar, tenga una clara vena de autócrata dogmático y haya usado y abusado de lo blanco y de lo negro, olvidándose de la importancia que en política tiene el gris.

Con estas claves nos ha llevado a una guerra equivocada como es la de Irak y nos ha puesto en una situación, al menos incomoda dentro de la UE, y no tanto por su posicionamiento en el debate sobre el modo de conformar la toma de decisiones en la UE, debate muy importante para nosotros como potencia media que somos, sino por la evidente y vergonzosa subordinación de España a los intereses de Estados Unidos.

Esta Legislatura termina sacudida por problemas muy graves que afectan a la propia concepción del Estado. La huida hacia el soberanismo y el independentismo de los nacionalistas vascos, con su plan Ibarretxe por medio, es una bomba de relojería para dinamitar el sistema, que gane quien gane urge desactivar y para ello el entendimiento entre populares y socialistas a este respecto debe quedar muy claro, por muy en campaña electoral que se esté. Aunque en un marco mucho más sereno, también se abren interrogantes, sobre las demandas futuras del tripartito catalán, un ejemplo magnífico para llorar por la falta de mayorías absolutas.

No es lo peor que le ha salido al PP la lidia con la situación económica, que ha contado con el sentido de Estado de unos sindicatos que en todo momento han puesto la moderación salarial al servicio de la generación de riqueza y creación de empleo.

Se van dos personajes de la política española, Aznar y Cascos, nada dialogante el primero, algo más a pesar de las apariencias el segundo. Aznar ha sido bronco y dogmático. Han sido duros adversarios, que no enemigos. Hay que desearles suerte.