Villafranca de los Barros ha vivido, en los dos últimos años, una situación difícil motivada por el enfrentamiento entre los partidarios de la refinería que proyecta el Grupo Gallardo cerca de la localidad y los que se oponen a la misma. La situación llegó al punto de alterar la convivencia pacífica. Hubo agresiones al alcalde, Ramon Ropero, y persecuciones a quienes se oponían a la refinería, con decenas de multas a vecinos por expresar su discrepancia. De aquellos hechos, todavía frescos en la memoria, se esperaba que se sacara una enseñanza: había que poner todos los medios para que no se volvieran a repetir.

No parece haber sido así, porque después de meses de calma ha vuelto la tensión a la localidad. La portavoz del Grupo Popular en Villafranca, Teresa Tortonda (en la imagen) tuvo que salir del último pleno escoltada por la Guardia Civil porque un grupo de personas, contrarias a la planta de refino, esperaba a las puertas del ayuntamiento para abuchearla.

A las alturas en que nos encontramos ya resulta ocioso decir que la actitud violenta de los partidarios de una idea solo consigue deslegitimarla. Si, además, significa el deterioro de la convivencia, todos los villafranqueses pierden.