XPxilar Caldera --ahora les presento-- tiene el baile de San Vito en la concepción museística, que digo yo que será de los museos.

El baile de San Vito, como el nombre santo indica, debe de ser un tembleque del arte y no dejar cuadros en sus alcayatas, ni pintores en su modorra mortal.

La Caldera --aquí ustedes--, es la directora de la Red de Museos de Extremadura, y cuando le sale de sus caderas, se pone tibia a revivir espacios sacrosantos, y normalmente silenciosos y aburridos, para que los vivos sean los de seguridad y más personal, y los más rumbosos, los óleos o acuarelas que perviven en ese misterio que llamamos arte.

Sea lo que fuere, de su testarudez artística hoy se viven mujeres en los museos de Bellas Artes de Badajoz y del Vostell de Malpartida de Cáceres (15, 16, 17, 18 de junio, en ambos).

Como pretexto, concepto, argumento, los dos museos, desde sus diferencias y concomitancias, se proponen en vivir a la mujer. La diferencia es --si es que la hay--, que el Bellas Artes de Badajoz representaría el modelo clásico y el Vostell de Malpartida de Cáceres la vanguardia del alemán, que nos legó el movimiento fluxus de Los Barruecos. Nimiedades.

En uno y otro, el objetivo es ofrecer a los colectivos de mujeres extremeñas --también se admiten, lógicamente, hombres--, el conocer las colecciones de estos espacios para reflexionar sobre el papel de la mujer de forma lúdica y participativa.

Si ustedes acuden a esta cita, que les recomiendo, técnicos de los dos museos les llevarán por el recorrido de los cuadros elegidos.

Se habla de la forma, de la perspectiva, del color. De la época, en fin, en que fueron pintados.

Antonio Juez, con su Cleopatra, Felipe Chueca en Venga lo fresco, y Bonifacio Lázaro, con su Pescadora de Nazaret, les esperan en la quietud colgada del Bellas Artes.

Pero hay que vivir mujeres, y cuando la explicación de Teresa y Lourdes --conservadoras del museo pacense-- te han tejido los hilos de la trampa. Se ruega vivir mujeres, cuando de cada uno de los tres cuadros se desvisten del marco y se reviven los personajes que las trazaron.

Ana Trinidad se personifica en la barragana del cura, que la sustentó. Paca Velardiez toma la sensualidad de una Cleopatra que se sueña a veces mujer, pero sobre todo reina, en un ajuste de cuentas con los que desprendía rencor: los hombres. Beli Cienfuego escapa de la melancolía de la pescadora de Nazaret, en un texto de fado, por compartir la angustia y a su hombre con la mar, de la que siempre dependerá su destino.

En el museo de Malpartida, la Trinidad (hoy viernes) se convertirá en tierra y madre, en guerra y sangre, porque es el símbolo de la mujer que se soñara el vanguardista alemán Wolf Vostell .

Construir para destruir; el amor como problema y principio de una humanidad que se devora a sí misma. La mujer contra la barbarie y la mujer también como semilla de vida.

Vivir mujeres es la huida de un brochazo, para contarnos los sentimientos más profundos que se cuelgan en las paredes de un museo. De ahí nacen y se despistan del silencio y el respeto que dan las salas casi solas: el arte es vida y la vida es arte.

No se pretende enseñar nada, sino darle vida a unas figuras que la tuvieron. Arte y vida. Revivan a estas mujeres que fueron nuestras.

*Autor teatral