Con los comicios electorales y cerrado ya el capítulo de rebajas de enero, hemos entrado en el de las ofertas que los aspirantes al gobierno presentan al resto de la ciudadanía en un ejercicio de mercadeo que se corresponde perfectamente con el sistema empresarial productivo y eficiente en el que ahora se han transformado los gobiernos.

Al otro lado del proceso, el ciudadano-elector, ahora cliente o accionista, ha de elegir en qué producto político invertir, algo que, dada la semejanza de las propuestas, resulta complejo. Este parecido hace pensar que las facciones ideológicas se hayan diluido y que el objetivo global de alcanzar un pensamiento único , esa sociedad tendente a la uniformidad, sea objetivo cumplido. Sin embargo, es precisamente la tecnología de la globalización la que nos permite conocer que el mundo no es uniforme, ni en los aspectos materiales, ni en las formas de pensamiento. Cada propuesta política sigue siendo coherente con su marco de referencia ideológico. Las izquierdas y derechas permanecen, aunque inevitablemente las dinámicas de cambio les hayan obligado a vestirse con diferentes ropajes y es por esto que para acertar con nuestra inversión, es necesario realizar una especie de retrato robot y ver qué hay detrás del atavío.

XEN LA IMAGENx que yo he captado, se reconoce un PP seguro, pleno de arrojo y gallardía (¿le vendrá de Gallardón ?) en su esbozo de intenciones, aquí no hay que leer entre líneas. Para evitar la desviación de los más jóvenes, rebaja de la edad penal; la letra con sangre entra. Para custodiar nuestra esencia cultural, contrato de fidelidad del inmigrante a nuestras costumbres. Reconocimiento de derechos para todos, eso sí, distinguiendo claramente los colectivos diferentes de las personas normales. Algunas de estas propuestas son cabalmente coherentes con un modelo de sociedad que trata de protegerse del Apocalipsis del cambio y que lo hace blindando sus estructuras a través del mantenimiento de la unidad nacional y de las figuraciones del viejo nacional-catolicismo, apoyado obviamente por la parte más arcaica de la jerarquía católica.

Opción, pues, interesante para aquellos que pudiendo jugar con ventaja, y abandonando la opción de centro-derecha moderada, busquen recuperar los valores tradicionales para convertir nuestro entorno en la reserva espiritual y cultural de Occidente. Una buena forma pues, tal y como apuntaba en cierta ocasión el poeta Paul Valéry , de entrar en el futuro retrocediendo.

En la foto del PSOE, se sitúa en primer lugar la auto-evaluación que efectúa el grupo y que desde el resultado de un progresa adecuadamente , propone un avance en la misma dirección. Sin embargo, a esta afirmación en la intención de consolidar las líneas aprobadas en esta legislatura, se añade cierta cortedad a la hora de abordar nuevas propuestas. Así, aparece indefinición con respecto a las relaciones con la que fue iglesia oficial o con el abordaje del terrorismo, cuando no un devaneo electoralista que le lleva a coquetear con esos nacionalismos bisagra, que suelen luego derivar en clientelismo, o apoyar a los ya instalados en la riqueza, como es el caso de los intermediarios del negocio de la cultura, a través de la instauración del indiscriminado canon digital. Se necesita mayoría, pero este tipo de estrategia de intentar contentar a tantos, conlleva el riesgo de favorecer la espantada de algunos adeptos.

Socialismo pues, pero con concesiones; falta un poco de riesgo y contundencia para lograr lo que debería ser la máxima aspiración de esta opción política, la de construir una sociedad que suponga una clara alternativa al capitalismo neoliberal. ¿Los apoyos? Los de quienes, sin perder el acomodo, apuesten por ese socialismo que cautelosamente avanza a la pluralidad de lo socio-comunitario.

La tercera fuerza mayoritaria en confrontación, Izquierda Unida, juega de nuevo con la posibilidad de coherencia que le dan sus escasas perspectivas de conseguir una amplia presencia en la escena política y de ahí la tenaz definición de sus líneas estratégicas. La porfía por un laicismo integral a través de la transformación en civiles de los 10 mandamientos eclesiásticos, la propuesta de renovación de los sistemas de producción y consumo, forman parte las líneas emancipatorias que la hoy considerada políticamente incorrecta ideología comunistoide define. Aquí el voto del imaginario utópico, una inversión expuesta para el logro de una ilusoria sociedad sin clases, en la que el valor dinero sea solo instrumental.

El panorama nos ofrece una pista de las tendencias de futuro, un futuro que en todo caso será aquel que las mayorías quieran respaldar, de ahí la necesidad de poner en valor lo que apostamos y de considerar que un voto vale más que los cuatrocientos o los "ropecientos eurillos que los sibilinos estrategas electoralistas colocan como señuelo y que nos atraen como cantos de sirenas. Amigos, que los árboles no nos impidan ver el bosque y no olvidemos, por supuesto, que para ganar hay que jugar .

*Antropóloga social.