TLta historia política nos ha enseñado que hay dos tipos de ambiciones: una buena y otra mala. La buena es aquella que ostentan los gobernantes o los aspirantes a serlo que centran sus esfuerzos en conquistar nuevas metas que otorguen a sus conciudadanos un mayor bienestar.

La mala se define por sí sola, y en política va ligada a conductas irracionales, incondicionales o sin control con el único objetivo de alcanzar el poder o mantenerlo. Son exactamente las conductas que día tras día se reproducen, desde el 20 de diciembre, en alguno de los actores políticos que tienen en sus manos seguir incidiendo en la recuperación de España o todo lo contrario.

Esta actitud era de esperar de ciertos partidos no constitucionalistas, pero no de uno como el PSOE con 130 años de historia, experiencia de gobierno y alternativa. La ambición desmedida de Pedro Sánchez , que deja de lado a España, los españoles, y a su propio partido, y que sitúa a todo el sistema en posición de "discutido y discutible".

Puede que Pedro Sánchez consiga su ambición a base de aritmética. Pero también puede que el PSOE no vuelva a ver un secretario general de presidente del gobierno en décadas, porque para lo primero hace falta ceder y conceder en asuntos en los que una gran parte de su electorado presente, pasado y potencial tienen una posición moderada y constitucional, y para lo segundo, tan sólo que eso se produzca.

Llámenme ingenua, pero no llego a entender la inacción actual de las bases y de los presidentes de comunidades que públicamente han manifestado que un gobierno de radicales no sería lo mejor para España, y ven cómo, cada día, su líder se encamina hacia ello, conscientes de que con un grupo parlamentario de 89 diputados, serán incapaces de dar un paso, sin el aliento en la nuca de quienes quieren romper España.

Como decía una conocida canción, "aquí no regalan nada, todo tiene un alto precio. Peldaño que va subiendo. Peldaño que hay que pagar...". El problema es que quienes terminarán pagando serán los españoles y todo por el capricho de Sánchez de ser virrey por tres días.