Amenudo asistimos al espectáculo vergonzante que se hace de los colectivos más débiles y vulnerables. La supuesta noticia falsa, ‘fake new’ para que me entiendan los anglicistas, de que el PP pretende dar papeles a las mujeres inmigrantes si deciden entregar a su hijo en adopción volvió de poner de manifiesto la pasada semana lo sencillo que es echar mierda sobre alguien si se sigue permitiendo todo en las redes sociales.

Es curiosa la capacidad que tenemos los seres humanos de llevarnos por delante lo que nos propongamos, aunque para ello haya que recurrir, una vez más, a quienes poco pueden hacer por defenderse. Si hablamos de inmigrantes, también podríamos hacerlo de niños expuestos al peligro continuo de los depredadores que se camuflan en internet como la suciedad bajo las aceras. Quién sabe lo que nos espera por ver a los padres si no educamos en la responsabilidad de saber utilizar bien esta magnífica herramienta a quienes ya la tienen como parte de sus vidas. Nunca antes hubo tanta y tan rápido acceso a la información como ahora. Y, lo más importante, gratis todas las que veces que uno quiera si hay wifi alrededor.

Por este motivo, y volviendo al argumento inicial, las noticias falsas que corren como la pólvora bien podrían angustiarnos la vida si no nos sabemos proteger de ellas. Y es que ahora, aunque suene tremendista, todos somos vulnerables en las redes. Carne de cañón si alguien se propone hacer daño porque tuits y posts circulan a la velocidad incontrolada de quienes no sepan hacer buen uso de ello.

Por eso, y llegados a este momento, pocos pueden decir que están salvados de la quema si alguien se lo propone. Quizá quienes nunca crearon su perfil personal o de empresa puedan tener una oportunidad de escapar vivos, pero dudo mucho de que lo logren si algún malnacido se propone manchar su imagen. Todos estamos expuestos, tanto, que hasta los más confiados serán pronto débiles y vulnerables.