WSwe ha consumado el cambio en Galicia. Fraga ya es jefe de la oposición tras haber dado el relevo al socialista Pérez Touriño . Lo ha hecho con cierta elegancia en las formas, pero muy malas artes en el fondo, al decidir inversiones y concesiones que nunca debería haber aprobado una Xunta en funciones. Y si en el último momento no fue aún más lejos se debió a problemas jurídicos y técnicos, no por dignidad política. Fraga deja así un mal recuerdo final tras una etapa de gobierno suficientemente larga como para acumular éxitos y fracasos. Touriño gobernará con el nacionalista Quintana , cuya cuota de poder en la Xunta es proporcional a su peso electoral y parlamentario. A Quintana le resta ahora rehacer puentes en el BNG con su valioso mentor político, Beiras , quien, tras dedicar toda la vida a la causa del cambio progresista para Galicia, no ha podido protagonizarlo. La Xunta bipartita encarna el relevo generacional; la constituyen a partes iguales hombres y mujeres de reconocido perfil técnico, independientes o no, y va a generar una nueva cultura política entre dos fuerzas que pueden compartir objetivos aunque no ideología. La ilusión es grande en la comunidad gallega, incluso más allá del arco que cubren PSOE y BNG. Pero también son muchas las incógnitas.