TPtido perdón por lo políticamente incorrecto del título, ya sé que la corrección impondría árabe o magrebí y que algún despistado de la ESO me diría que moro es el pobre y árabe el rico, no sin razón, pero eso es ahora. Antes, y no sólo en la época de la unidad de destino en lo universal, ni siquiera en la guerra de Africa del XIX sino mucho antes, cuando Cervantes se bañaba en Argel, el moro era ese personaje taimado, siniestro, mentiroso, ladrón y, a la que te descuidabas, asesino: el infiel. Y Santiago , Matamoros, claro está.

A ese moro me refiero. A ese que ahora se viste de marrón de la cabeza a los pies para mezclarse con el pueblo, bonita metáfora (lo siento, pero me lo ha puesto a huevo) para indicar en qué lo ha convertido. A ese que empezó diciendo que los manifestantes eran unos jóvenes borrachos y drogadictos, pero los bombardeó por si acaso y luego, para justificar lo injustificable ante americanos y europeos, les hizo una ficha de Al Qaeda. A ese que dice vivir en una jaima pero se pasea con su familia en jets privados, tiene posesiones en medio mundo, Andalucía incluida, industrias en Italia y los bancos suizos hasta las orejas de billetes. A ese asesino que contrata asesinos para matar a su pueblo. Al mismo que asegura que el pueblo le necesita sólo porque él es su líder espiritual al tiempo que amenaza a Europa con la llegada de millones de moros (estos sí, árabes pobres) y negros si él se va, que sólo él los para, ya ven.

Ese moro que limpia las calles de muertos y de sangre para que los imbéciles europeos enviados por la paralítica Unión Europea (escogió mal momento para irse, señor Solana ) comprueben que todo está en paz y allí no ha pasado nada. Ese que se ríe en la cara de Obama y su miedo a ser confundido con Bush , o en la de Durao Barroso y Ashton , temerosos de perder el petróleo o el gas. Ese que se despatarra viendo a los buitres, allá Putin , aquí Berlusconi , intentando no molestar para quedarse con el reparto y a las palomas de la ONU arrullándose dulcemente mientras esperan la paz por extinción de uno de los bandos.

Ese moro va a ganar, porque tiene la fuerza, si no lo remedian estos comemieldas , voz cubana de maravillosa expresividad, por cierto.

Empezarán entonces las negociaciones de buenísima voluntad, lamiendo lo que haya que lamer, para seguir comprándole petróleo y gas. Y para no recibir más árabes pobres y negros de lo estrictamente necesario. Dudo que quede en pie ni uno solo de los que antes eran luchadores por la democracia y ahora simplemente rebeldes, sutil manera de justificar su muerte. No los volverá a ver nadie. La alfombra del desierto es inmensa. ¿Servirá para tapar la vergüenza universal?