Es más ciego el que no quiere ver y la feria está de capa caída. Pero no desde ayer ni anteayer. Por eso no concibo la cerrazón del edil de Festejos si nadie ha dicho que suya sea la culpa. Las tendencias cambian y qué hay de malo en abrir un debate para mejorar lo mejorable y mantener, por poner un ejemplo, la oferta infantil. Blas Raimundo puede pasar por ser el edil que le dio la puntilla o por ser el que trató de adaptarla a los tiempos. Pero la manera como me cuelga el teléfono desde que le llevo pidiendo un balance no me da buenas vibraciones. Ladis tiene razón. Hay que coger el toro por los cuernos si queremos una feria como la que he vivido desde chica y no como el alcalde de San Gil.

*Periodista.