E s mentira que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, porque no son sólo dos, sino infinitas.

Todos los años por estas fechas se repite el mismo suceso, los hospitales reciben a alguna persona que ingresa muy grave o fallece intoxicada por hongos o setas, no aptas para el consumo humano.

¿Tan difícil es resistirse a cogerlas o, ante la mínima duda por muy similares que sean, como por ejemplo: las lepiotas venenosas y las no tóxicas, desecharlas sin miramientos?

Los trucos para distinguirlas han demostrado ser mitos muy peligrosos o incluso mortales: darle a probar a un animal doméstico o cocinar con cuchara de plata y observar si se ennegrece son resquicios culturales sin validez científica para la distinción de su salubridad.

Apuntarse a cursos (en la Universidad Popular Fray Alonso Fernández de Plasencia vienen impartiéndose desde hace años por expertos en la materia) o participar en salidas micológicas organizadas por estos, son buenas opciones para evitar el riesgo.

Fruto, en el pasado, de las tradiciones y de un estilo de vida de supervivencia en los que la naturaleza y el hombre aún podían coexistir razonablemente, abasteciendo hogares sin demasiados recursos económicos de forma sostenible, hoy es tan solo, un bonito recuerdo.

Esta tradición heredada de generación en generación, encargada de compartir e instruir en cuanto a los lugares, las formas de recogida y cocinado, etcétera, es un saber popular que ha perdido este carácter hace demasiado tiempo y hoy en día, sólo unos pocos son los que se dedican a la recolección de setas y hongos en nuestro país y de forma intensiva, convirtiéndolo en su medio de vida, al permitirles recaudar en unos meses, el sueldo de todo el año.

Desgraciadamente, dicho abuso contribuyó a la creación de leyes que regularan su sobreexplotación, acotando parajes antes accesibles a todos y controlando el saqueo de los montes ejercido por demasiados que, en su afán de enriquecerse, han acabado con este sano modus vivendi del que, si no se hubieran tomado este tipo de medidas, no estaríamos ni hablando. Aún así, el daño ya es palpable a todos los niveles.

Y sí, todas las setas son comestibles, algunas… una sola vez. ¡Mucho cuidado!