El edil Miguel Antonio García Pintor no se lo puso fácil a los guardias civiles cuando lo pararon tras saltarse un semáforo en rojo en la N-630, en las cercanías del cruce del psiquiátrico. Primero porque el concejal les reclamó que él ante quien quería someterse a la prueba del etilómetro era la policía local argumentando que suya es, y no de la Guardia Civil, la competencia en ese tramo de la carretera, pese a no ser casco urbano.

Pero también porque aunque hasta tres veces se puso la boquilla del aparato en la boca, según hicieron constar los guardias civiles en el atestado, no soplaba y, después de justificar que no podía como consecuencia de haber tomado un medicamento contra el resfriado, él mismo pidió su traslado al Hospital Virgen del Puerto para la extracción de sangre. La cual no se hizo hasta dos horas y cuarto después de que fuera dado el alto en la carretera.

Según ha podido saber EL PERIODICO, cuando se le preguntó durante la instrucción la razón por la que reclamó la presencia de la policía local, que finalmente acudió llamada por la Guardia Civil, el concejal dijo, además del argumento de que era competencia del cuerpo municipal, que llegó a dudar de que fueran agentes de la Benemérita, pese a llevar el uniforme, porque iban en coche camuflado.

En la prueba del hospital dio una tasa de 1,46 en sangre como recoge la sentencia del juzgado número 3 de Plasencia, donde también figura que "intentó sin conseguirlo soplar por el etilómetro, por lo que se le invitó a que fuera al hospital a realizar la extracción de sangre". No fue como consecuencia de un control rutinario, el 13 de enero, cuando lo paró la Guardia Civil, sino tras saltarse un semáforo en rojo sobre las 21.35 horas.

Enfermero de profesión, miembro del PP de larga trayectoria, concurrió a las elecciones municipales en el cuarto puesto y se enfrenta ahora a la suspensión de militancia del partido.