De auténticas declaraciones de amor en el acceso a cocheras, como en la avenida Alfonso VIII, a garabatos hasta en el interior de portales, como ha ocurrido este fin de semana en Miralvalle. La moda de las pintadas no se limita ya a las fachadas, sino que ha traspasado los límites de la propiedad privada para indignación de los afectados. También para perplejidad municipal porque la policía local apela a que "todo depende de si podemos coger in fraganti a los autores" mientras portavoces vecinales, como el presidente de Miralvalle, Agustín Benavente, advierte de que "eso solo es posible si se pone más vigilancia".

El debate está servido. La asociación de vecinos del Rosal de Ayala también ha recibido recientemente la visita de los grafiteros. "A nosotros nos han pintado la sede vecinal y la plaza de Formosa, pero esta ya nos la ha limpiado el ayuntamiento, aunque veremos a ver lo que dura limpia". Esto mismo pueden decir los vecinos de la céntrica plaza del doctor Sayáns y así sucesivamente si ponemos el altavoz a cada colectivo vecinal.

Piden más vigilancia

Todos a una, las asociaciones consultadas reclaman vigilancia y, a ser posible, de paisano. Como la que permitió recientemente a la policía local coger a dos menores pintando en la fachada de un edificio de la calle Obispo Varela gracias al aviso de un ciudadano. Fueron multados con cien euros, pero los afectados reclaman medidas ejemplares. "El dinero lo pagarán sus papás --decía este fin de semana un vecino en cuestión--. Yo les pondría a limpiar el desaguisado", que, por cierto, no saben aún cuánto les costará quitar de los pasillos de su casa.

Ello mientras la policía apela a la colaboración ciudadana para que los testigos avisen cuanto antes. Solo existe autorización municipal para pintar en unos determinados murales, como los que ofreció el ayuntamiento a una asociación de grafiteros en la Puerta del Sol. El resto de las que han proliferado en la ciudad son obra de incontrolados.