«Por su memoria, para que haya justicia para ellos»; «Para que esto no vuelva a suceder y paguen los responsables porque la pérdida la tenemos ahí y una indemnización no va a solucionar nada». Son los motivos por los que siete familias que tenían padres o madres en el centro de alzhéimer Los Pinos han decidido acudir al juzgado. Buscan además las respuestas que dicen no obtuvieron mientras sus familiares estaban ingresados, en pleno confinamiento.

Precisamente, su abogado, Marco Antonio Tobías, del despacho Pita & Broncano de Cáceres, explica que presentará la querella en el juzgado de Instrucción para que se abran diligencias de investigación penal y poder así recabar información, ya que «los familiares no tienen los certificados de defunción, ni informes de seguimiento médico». Pero también quieren conocer a través de testimonios «en qué condiciones estaban confinados, qué medios tenían, qué personas les atendieron».

Por lo que le han transmitido los familiares, Tobías considera que «hay indicios de negligencia, que podría dar lugar a algún tipo de delito por imprudencia». Explica que la responsabilidad sería del entonces director del centro, pero, «desde el punto de vista patrimonial, tendría que responder la administración» gestora, es decir, el Servicio Extremeño de Salud.

El abogado señala que «nadie de la Junta se ha puesto a disposición de los familiares» para resolver sus dudas sobre lo ocurrido.

Casildo Gil Valle

Casildo Gil ValleZenaida Gil tiene muchas preguntas sin respuesta. Explica que su padre, Casildo Gil Valle, de 73 años, entró en la residencia hace un año. Su madre iba a verle todos los días de la semana y la del confinamiento se encontró con que «el sábado ya no podía entrar, sin aviso previo, solo un cartel en la puerta. A los del centro de día les dieron opción de no volver, pero no se dio opción de sacar a los residentes».

La familia de Casildo lo pidió, pero «nos lo denegaron». Su mujer «llamaba a diario porque tenía una hernia que se le salía y un día le dijeron que tenía unas décimas. Le subieron a la tercera planta porque supuestamente tenía síntomas de covid, pero no le hicieron la prueba y no tuvimos más información de ningún sanitario desde entonces».

Sin patologías, «el 9 de abril nos dijo la doctora que había empeorado.Le subieron al hospital y, cuando llegó, ni los riñones ni el sistema respiratorio le funcionaban. Nos recomendaron no verle y no pudimos despedirnos. Estuvo grave hasta que falleció el día 16».

Subraya la «impotencia de no haberle podido ayudar, no pudimos sacarle y le dejamos en una ratonera sin salida». Además, critica al exdirector porque «no ha dado la cara» y lamenta que «hay formas de morirse, pero esta ha sido doblemente dura».

Mujer de 83 años

Mujer de 83 añosEl mismo dolor sienten los hijos de una mujer de 83 años que había ingresado en el centro en febrero, con alzhéimer pero sin patologías y murió en abril.

Cuando llegó el confinamiento y como no comía bien, «la doctora nos dijo que la iba a dejar en una habitación con un gotero y nos pareció bien». Dado que no podían verla, «teníamos que llamar todos los días nosotros para saber cómo estaba. Un día nos dijeron que tenía fiebre, pero nada más, nuestra sensación era de incertidumbre. Después nos enteramos que la habían trasladado a una habitación con casos de covid, aunque dicen que el test dio negativo».

Uno de sus hijos recuerda que, tras exigir más información, «nos dicen que le han cambiado el tratamiento y está estable y bien, pero al día siguiente falleció». Por todo, critican que «la información ha sido mínima y la gestión de la dirección, pésima, vergonzosa. No tenían material, hasta intentamos llamar nosotros para que fueran a desinfectar. Si se hubieran tomado medidas, creo que mi madre seguiría viva».