Se acerca el sorteo de la lotería de Navidad y este año podrían haber pasado dos cosas, que hubieran bajado las ventas por las pérdidas económicas en las familias o que hubiera aumentado precisamente por la esperanza de recuperar algo gracias a la suerte. Ha ocurrido lo primero.

Antonio Merino y Margarita Pardo son expertos en dar premios en Navidad, el año pasado repartieron 900.000 euros con un quinto. Han vivido los efectos del virus, tanto en lo personal, como en lo profesional y, tras la vitrina empapelada de décimos han sido testigos de las consecuencias del covid.

«Este año nos ha cambiado la vida. Yo perdí a mi madre, tenemos una hija médico en una residencia de ancianos de Madrid y otra farmacéutica en un hospital. Nosotros en diciembre ya usábamos mascarilla».

De las ventas, calcula que ha perdido en torno a un 32% con respecto al año pasado porque «no hemos tenido turismo, hay muchos clientes en casa y las asociaciones y bares han reducido mucho» las reservas de números. Además, «el que antes jugaba 5 euros a la semana, ahora juega 2,50». No obstante, lo que sucederá de aquí al 22 de diciembre «es una incógnita absoluta».

Pero Antonio no se queja, «sería egoísta por mi parte. Pasaremos el año como podamos y volveremos a empezar el año que viene. Todo esto pasará». De hecho, prefiere echar las cuentas al revés, pensando «en el porcentaje de venta que llevamos hecho, no en el de caída».

Porque lo que ve cada día es «tristeza. La gente lo está pasando muy mal y donde no hay no se puede sacar. La gente antes come». Por eso, considera que «la ilusión este año es máxima, se ve que la necesidad está ahí».

Está «en el bar de tu amigo, que sigue cerrado, en el gimnasio al que ibas y que no ha podido reabrir o en el hotel que está en ERTE, es muy duro».

Por eso, tiene muy claro su deseo, dar el gordo: «Pegar un pepinazo y poner a Plasencia en órbita. Nosotros vamos a seguir ahí intentando dar alegría y esperanza a la gente».