Llegó el tan deseado como temido día: el regreso al cole. Algo necesario para nuestros menores tras tanto tiempo fuera de las aulas y con un loco último tramo de curso previo, jamás antes vivido por ninguno de nosotros, ni alumnos, ni docentes, ni padres.

La palabra más repetida es incertidumbre. Todos están intentando hacerlo lo mejor posible y transmitir el anhelado mensaje de tranquilidad, para afrontar positivamente la ‘nueva normalidad’. Aunque la carga de las mochilas sea más pesada que ningún año. Literalmente, porque nuestros menores han de acarrear todo el material escolar a sus espaldas, por las medidas sanitarias a la hora de compartir. También, porque además de la merendilla para el recreo, este inusitado año 2020, tenemos que añadir una mascarilla extra, un bote de gel personal y toallitas. Y, figuradamente y tal vez la más pesada es la carga que ocupan el miedo o preocupación, la ausencia de contacto, besos y abrazos o las sonrisas veladas. Ojalá esto les enseñe a mirar a los ojos y ver todo lo que puede decir una mirada.

En general, todo se ha llevado a cabo como cabía de esperar. A pesar de que la mayoría hubo de habilitar diferentes entradas y establecer turnos progresivos de acceso, pudieron verse aglomeraciones a primera hora. Seguramente por la impaciencia de unos y otros para entrar, pero sobre todo, por las ganas de reencontrarse con los compañeros.

Será duro para los peques, aunque ellos son más flexibles que los adultos siempre, pero creo que aún más para los docentes, quienes, si ya dieron todo telemáticamente desde sus casas durante el confinamiento, hoy, en primera línea, continúan estirando su vocación para convertirse en los mejores aliados de vuestros hijos, además de sus sanitarios, limpiadores, peones de servicios múltiples,...

Ver al director de un reconocido colegio placentino termómetro en mano, con esa nueva y práctica forma de pistola, fue como si se tratara del sheriff del (en este caso) cercano oeste, apuntando a la cabeza uno a uno para cumplir y hacer cumplir la ley.

Aunque, casi antes de arrancar, en El Torno, hubo que cerrar ‘El Mirador’, la primera Escuela Infantil en toda la comunidad autónoma, por el positivo de una trabajadora. ¿Será la antesala de lo que nos espera?

Cuidado forasteros, existe, nos acecha y sigue contagiando.