Por si alguien dudaba de que lo de esta oposición es un amor imposible, los del Pepé se han encargado, ellos solitos, de demostrar que Plasencia no se merece esta moción de censura. Como para ganar un mundial con una exsocialista despechada, los resucitados del CCPL de José Luis Díaz y un PP más dividido que nunca. Hubiera querido el PP despachar a la que fue su candidata no hace ni dos años, Victoria Domínguez, a la chita callando por la vía de los hechos consumados, por mucho que el presidente de la gestora, Anselmo Díaz Cabello, se haya perdido el capítulo de verdad, mentira de Barrio Sésamo. Pero vendió la piel del oso antes de cazarlo y a ver con qué cara explica ahora a Carlos Floriano que ni el chantaje de quitarla la portavocía municipal o abrirla un expediente la han hecho renunciar, de momento, a ser la candidata de la moción en favor del elegido, Fernando Pizarro. Si Floriano no la quiere, lo primero que tenía que haber hecho es venir a decírselo como vino a comer con Díaz confiado en que éste iba a cargar con la culpa y nunca iba a decir públicamente que no era él quien la vetaba, aunque contribuyó. Y lo segundo es explicar por qué. Porque puede que sus razones fueran convincentes para la estabilidad de un gobierno con ediles a los que Domínguez no ha sabido liderar y que no ocultan que tienen cero confianza en ella, ya sea ganada a pulso, ya sea porque le hayan hecho la cama. Pero que no se equivoque nadie, que los firmantes del escrito proVictoria no lo han hecho porque sea la más bonita del baile, sino porque son unos ilusos militantes que todavía creen en el respeto a los procedimientos internos del partido que la hicieron en su día la candidata. Como si no estuviera inventada la disciplina de partido... Por eso a mí que no me busquen en un partido, ni del Atlético de Madrid, con ser el equipo de mi padre.