El personal de guardia del Hospital Virgen del Puerto ha empezado a recoger firmas para hacer ver a la dirección que el descontento con las comidas es más generalizado de lo que cree. Aunque lo que la dirección cree es que es una queja minoritaria y sin sentido.

Lo cierto es que cada vez son más los sanitarios que optan por pedir una pizza, comida china o bajarse a comer un bocata en el bar para reponer fuerzas en las guardias de 24 horas. Lo que el centro tilda de "capricho porque la comida es buena y suficiente".

Sin embargo, los portavoces de esta singular iniciativa insisten. "Aguanta tú 24 horas trabajando con una sopa y fiambre de cena, pero no es sólo que las raciones sean escasas, sino que la calidad de los guisos deja que desear y la presentación cuando no te tienes que comer recalentado un arroz a la hora que sea entre enfermo y enfermo".

Lo que suscriben profesionales de distintos servicios consultados mientras el gerente, Víctor Bravo, dijo mostrarse sorprendido porque "el que quiere repetir sólo tiene que pedirlo y comen lo mismo que los pacientes, salvo pacientes con dietas especiales, y éstos nunca se han quejado de la calidad o de la presentación de la comida".

El gerente insistió en que existe un menú único, pero que puede ser sustituido por otro opcional en caso de que el profesional se lo indique a cocina antes de las 9.30 horas. Aunque admitió que ha habido quejas, precisó que pocas en reuniones habidas con la subdirectora médica. "Tras las que aceptamos sugerencias como la de comprar un microondas, por ejemplo".

INUSUAL PROTESTA La dirección decidió en verano cambiar el sistema de autoservicio en carros que recorrían los servicios con la comida caliente por bandejas personalizadas. "Es más higiénico y evita que nadie se quede sin comer porque alguien se haya comido su ración". Lo que no convence, sin embargo, al personal de guardia, que pide mejoras. "No pretendemos comer a la carta, pero pedimos una comida digna en calidad y presentación", insisten.

En dirección apuntan a que cada maestrillo tiene su librillo y cada cocinero su forma de guisar con lo que lo reduce todo a una cuestión de gustos. Cuestión de opiniones, sin embargo.