La sordera es "una discapacidad invisible". Si a una persona sorda no se le ve el audífono o el implante coclear, a simple vista nadie la identifica como sorda y puede hacer una vida normal tanto en la calle como en los centros educativos. Pero la crisis del coronavirus ha obligado a dar pasos atrás al colectivo de sordos y a tener que identificarse como tal o necesitar de una segunda persona para cuestiones tan cotidianas como ir al médico, a la compra o realizar tareas escolares.

Lo están sufriendo las 89 familias de Plasencia, las comarcas del norte y Cáceres que atiende la Asociación Ascapas, con sede en la capital del Jerte. Su presidenta, Encarna Jiménez, explica que la obligación de utilizar mascarillas y el tipo de mascarillas "nos está dificultando la accesibilidad porque, si vas a comprar y el dependiente lleva mascarilla, no le entiendes. El sonido no llega igual a una persona que lleva audífono o un implante coclear".

Lo mismo sucede en cualquier administración, centros de salud, hospitales, farmacias, autobuses… ¿Cuál es la solución? "Llevar a un acompañante, pero así estamos volviendo a lo que queremos quitar, que es depender de alguien". En su caso, para poder prestar la atención temprana que dan a 19 niños y sobre todo, las terapias de habilitación funcional a 12 personas de entre 6 y 66 años, han conseguido un total de 60 mascarillas que tienen una zona transparente justo en la parte de la boca. "Las están haciendo voluntarios de Andalucía que tienen el mismo problema que nosotros y nos las han regalado. El problema es que no están homologadas y deberían homologarse y distribuirse".

Pero además, señala que, en el caso de los niños, como ahora todas las actividades las envían los profesores a través de internet, "muchos materiales no son accesibles, por ejemplo los vídeos, que no están subtitulados y, o bien el niño tiene que identificarse como sordo para que le envíen otros materiales o necesitan de nuevo de otra persona para traducir los vídeos. Volvemos a la dependencia".

A esto suma la dificultad para acceder a toda la información que está generando esta pandemia, mucha de ella de servicio público. El problema es que "las noticias no son accesibles porque no se traducen a la lengua de signos y muchas no llevan subtítulos o a veces pasan tan rápido que hay usuarios que no pueden leer tan rápido".

Lo que reclama por tanto Ascapas es una verdadera "accesibilidad universal” y Encarna considera que "es muy fácil de solucionar". De hecho, la asociación ha conseguido mantener sus terapias a través de videoconferencias, páginas de YouTube y otros recursos de internet, aunque han necesitado de la colaboración de los padres y la presidenta reconoce que "con el teletrabajo no se avanza igual que de manera presencial, sobre todo con los niños".

También han continuado con sus campañas de sensibilización, a través de las redes sociales y han seguido haciendo cursos de lengua de signos por una plataforma online. Todo gracias a subvenciones del Sepad, ayuntamiento, ONCE y cuotas de socios, que sin embargo no son suficientes para poder tener a sus seis trabajadores a jornada completa.

Cuentan con dos sedes en la avenida Dolores Ibárruri y están pendientes de habilitar fisioterapia y terapia ocupacional. Mientras tanto, Encarna invita a toda persona que tenga problemas de sordera o cualquier otra discapacidad a acercarse porque han vuelto a abrir con cita previa en el teléfono 927 41 35 04.