Llegar a un punto medio en Plasencia es más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Al cabo de los años vuelve a oler a rancio y es que José Luis Díaz ha resucitado el discurso localista tras dos legislaturas en las que no fue capaz ni de viajar a Madrid para pelearse por traernos el AVE. Pero hete aquí que el PP le descabalga de las próximas elecciones y le da un subidón de RH placentino que me pone los pelos de punta. Me niego a creer que Plasencia no pueda mantener su seña de identidad sin tener que recurrir a localismos trasnochados. Yo creo en la madurez de una sociedad placentina que no se deje embaucar por topicazos , sino que sepa compatibilizar su singularidad con una amplitud de miras porque en el punto medio está la virtud.

No se trata de dejar de querernos, pero tanto mirarnos el ombligo nos conduce a iluminar una plaza Mayor tan señera como abandonada, sin caer en la cuenta de que lo que vamos a resaltar parece más un catálogo de cartelería que la divisa de una ciudad con un potencial tan grande que pide a gritos una administración moderna que nos dé un salto en el tiempo del nacionalplacentinismo de Mariño, la estatua de Cabrera y las farolas de Díaz a la Plasencia del AVE; de un centro histórico donde den ganas de vivir; de unos barrios atendidos como Dios manda; de verdadero desarrollo urbanístico sin retranca recaudatoria; de fomento industrial y de empleo; de cultura en mayúscula... de cómo ser ciudad sin morir en el intento.