El diestro Salvador Cortés salió ayer a hombros de la plaza de toros de Plasencia tras cortar dos orejas en una corrida celebrada con motivo de la feria y fiestas de la capital del Jerte, en la que Miguel Abellán cortó una oreja y Emilio de Justo se fue de vacío.

De puro trámite fue la faena del madrileño Miguel Abellán al que abrió plaza, un toro manso, sin fuerzas, que claudicó a las primeras de cambio y que murió de una estocada muy baja. Un excelente quite por chicuelinas fue lo mejor que sacó al segundo de su lote. Enfundado en el traje de faena, muchos pases con la muleta, pero con escaso lucimiento. Un pinchazo y una estocada le valieron una oreja.

El diestro Salvador Cortés se estiró bien con el capote, dejando algunas verónicas dignas de mención. Y poco más, porque su oponente rodó por los suelos hasta en cinco ocasiones. Aun así, el de Alcalá de Guadaira perseveró y enganchó al numeroso público con un par de pases de bella factura al natural. Mató de estocada desprendida y consiguió una oreja.

Tarde aburrida

En cuanto bajó un poco la mano al quinto toro de la tarde, el de Valdealcalde se puso patas arriba. Guiños constantes hacia el público, buscando complicidad, suplieron al buen toreo. Una estocada trasera fue recompensada con la segunda oreja y última de la tarde para él.

El cacereño Emilio de Justo estuvo a punto de montar el lío pero erró con los aceros, perdiendo cualquier oportunidad de triunfo. El primero de su lote se defendía y tiró derrotes a todo lo que se movía por lo que no sacó ni un pase en condiciones. Media estocada baja fue suficiente para mandarlo al matadero.

Los lances a la verónica y el quite por chicuelinas en el que cerró plaza, levantaron a todos los asistentes de sus asientos. Dos estupendas tandas con la derecha al comienzo de la faena hacían presagiar algo bueno en una aburrida tarde de toros, pero el toro se le quedó parado en uno de los pases y le levantó por los aires.

Aunque sin consecuencias, el susto acabó con las ganas y, seguramente, propició los cinco pinchazos, la estocada y los dos descabellos que De Justo necesitó para matar al toro.