"La policía dirá que es un hecho aislado, el ayuntamiento que es cosa de la Junta y la Junta que del ayuntamiento, pero tengo miedo porque vaya a más". Quien habla es María José, la vecina de Gabriel y Galán a cuyo hijo de diecisiete años esperaron dos personas a oscuras en el portal de su casa el sábado de madrugada para darle una paliza y robarle la cartera, que a su edad y de vuelta de la feria no podía ser un botín suculento.

Por eso María José, miembro de la asociación de vecinos, no duda de que ha sido una acción más intimidatoria que otra cosa. "Aquí las amenazas están a la orden del día y agresiones ha habido más, pero no se denuncian por miedo mientras la asociación está harta de mandar escritos al ayuntamiento y a la Junta, pero se pasan la pelota de un lado a otro".

Ella ha vencido el miedo lo justo para presentar la denuncia en comisaría acompañada del parte médico con lesiones leves "gracias --advierte--a que los agresores oyeron ruidos y salieron corriendo". Pero no tanto como para poner cara a esta otra denuncia pública. "No me atrevo a salir en la foto ni mucho menos mi hijo, pero podéis sacar el portal, que está destrozado, para que la gente vea cómo tenemos que vivir aquí". De hecho el portero está quemado, los cables sacados, la escayola del techo rota y está sucio, muy sucio, y repintado .

"Aquí los políticos se cuelgan medallas con un curso de jardinería a costa nuestra" lamenta mientras no deja de haber ocupaciones ilegales de las viviendas sociales de la Junta y los vecinos claman por tener seguridad ciudadana. Sus vecinos cuentan que sigue habiendo personas de etnia gitana que se meten en los pisos por el procedimiento de la patada en la puerta mientras la asociación gitana denuncia sufrir discriminación.

Los vecinos aseguran que se vende droga, pero el ayuntamiento no se ha tomado la molestia de montar un dispositivo policial porque dice el edil que no ha recibido ninguna denuncia por escrito. Pero Gabriel y Galán es un polvorín con problemas de convivencia.