Lo que ha ocurrido ha sido una negligencia del responsable del explosivo. No ha sido un accidente, podría haber matado a cualquiera». Lo afirmaba ayer un empresario de Sor Valentina Mirón, ubicado justo al lado del lugar en que una piedra de gran tamaño cayó el miércoles sobre la luna delantera de un coche aparcado. Ayer, la sensación entre los vecinos consultados era de indignación y preocupación.

Porque se llevaron «un susto muy gordo». En el establecimiento de Chalupa, sus propietarios oyeron «una explosión grandísima y nos quedamos parados porque parecía que temblaba el suelo. Luego escuchamos gritos en la calle y, al salir, vimos la piedra, que pesaría por lo menos un kilo y llamamos a la policía local». Otra vecina estaba en la cocina y lo que sintió fue como una lluvia de granizo, que en realidad eran pequeñas piedras, que golpeaban los cristales de la terraza. «Fue tremendo», afirma.

Los vecinos del bloque más cercano a la zona donde se están realizando microvoladuras están preocupados porque, en los áticos, hay terrazas «con niños y tenemos patios de luz grandes donde los niños juegan habitualmente y le podría haber caído una piedra a cualquiera». Porque la más grande pasó desde la obra de la calle Velázquez, por encima del bloque, de dos plantas, para caer sobre el coche aparcado en Sor Valentina, paralela.

Ocurrió porque un artefacto utilizado en las microvoladuras no había detonado y, al pasar una máquina por encima, lo hizo. Los vecinos tienen miedo de que pueda volver a ocurrir y ayer se mostraban preocupados porque «la calle hoy está abierta y están trabajando como si nada. Tendrían que haberla cortado y haber mirado si hay más explosivos».

Juan Miguel Paramio, uno de los ingenieros que lleva la dirección de obra, explicó ayer que lo que detonó no fue un explosivo, sino un artículo pirotécnico, que produce una detonación menor, «no transmite la onda igual. Si utilizáramos explosivos, hace cinco meses que habrían terminado las voladuras, pero no podemos arriesgarnos con viviendas al lado».

se siguió el protocolo/ Paramio señala que existe un protocolo para realizarlas y que se siguió. Es decir, se hizo la microvoladura y se comprobó que la pirotecnia hubiera detonado. Esto ocurrió hace «unos siete días o más». Pero indica que el que detonó el miércoles, «se había quedado muy enterrado y no lo han visto», por lo que considera que lo ocurrido ha sido “un incidente aislado», aunque «no tendría que haber ocurrido».

A partir de ahora, afirma que la empresa «redoblará las medidas de seguridad, pero el protocolo lo estaban siguiendo y lo van a seguir igual».

No obstante, los vecinos se quejan de que sienten «vibraciones, que empiezan, paran y vuelven a empezar. El ruido es horroroso, los balcones se nos llenan de polvo y tenemos que tener las persianas bajadas. Todas las noches tenemos que tirar cubos de agua y hasta el aparato de aire se me ha obstruído ya por el polvo. Nadie sabe lo que estamos pasando los vecinos», se lamenta una.

Por eso, piden que se acelere la obra al máximo. Porque consideran que «hay muy pocos obreros trabajando. Van muy lentos».

El ingeniero apunta que queda al menos un mes de microvoladuras, pero es prudente con las fechas porque todo dependerá de cómo se comporte la roca. De hecho, reconoce que «la roca nos está retrasando mucho» y esto se ha sumado a la parada de dos meses para la realización de un reformado. Por todo, no se aventura a dar una fecha de terminación y solo apunta que «queda bastante para terminar».

En este sentido, el edil de Urbanismo, José Antonio Hernández, ha señalado que el aparcamiento «ya tenía que estar acabándose» y, sobre la explosión, ha pedido que «se tenga más cuidado con esta obra, que ya empieza a ser lamentable»; se pongan en marcha las «medidas de seguridad suficientes» y que la Diputación Provincial de Cáceres, que lo gestiona, «asuma las responsabilidades que tenga que asumir».