TAtpéndice de pelos o filamentos que corona el fruto de muchas plantas compuestas y le sirve para ser transportado por el aire. Esta estrategia de diseminación de semillas de forma aérea y lo más lejos posible, se la conoce generalmente con el término de anemocoria. Para que lo entendamos, lo que viene a ser un paracaídas para semillas y una destreza natural de supervivencia.

Las calles, edificios y cualquier superficie en general, incluso interior, presentan desde hace varias semanas un manto blanquecino. Las fotos recogidas por los transeúntes y publicadas en Facebook o plataformas similares mostraban las riberas del río y aledaños del parque de La Isla totalmente nevados y era tal el blanco, que llamaba la atención sobre el verde que inunda esta primavera tardía sobrevenida por las abundantes aguas caídas que, debido al cambio climatológico conseguido por tantas inadecuadas y perjudiciales actuaciones ha provocado multitud de efectos insólitos procedentes de la naturaleza, que no podemos más que padecer.

Conozco alérgicos, muy cercanos, sufridores físicamente de los síntomas diarios y crónicos que, ni con las vacunas y/o medicación existentes, logran prevenir y, mucho menos, erradicar el ataque de las sustancias dañinas para sus sistemas inmunológicos deprimidos, no quedándoles más que defenderse agrediendo a su propio organismo como único medio de conservación. Enclaustrados o condicionados en el desarrollo de sus vidas por antihistamínicos o mascarillas, simples paliativos, incapaces de curar este padecimiento.

Existe una idea errónea y generaliza sobre estos árboles del género Populus: chopos y álamos, de que son alérgenos, en concreto las hembras, puesto que lo que hay entre la pelusa blanca son semillas y no polen, las cuales, no provocan alergia. Lo que ocurre es que la época de mayor producción de esta pelusa coincide con la floración de gramíneas, olivo y otras plantas que sí la causan a muchos, de ahí la confusión. Básica involución humana.