La muerte de Ramón Báez sorprendió a la vecindad de Ribera del Fresno el pasado 9 de abril --era el último de 10 hermanos--, en el hospital madrileño Ramón y Cajal. A las tres de la madrugada se despedía de sus seis hijos. Ramón formaba parte de la memoria en blanco y negro de todos los que le conocieron. Según sus hijas su valerosa lucha contra el parálisis cerebral ha sido toda una lección. ±Fue tan bueno que prefería perder antes de reñir con nadie". Báez, cuya muerte a los 88 años marca el fin de una era, fue el último de los hermanos en marcharse.

Era el más joven de la dinastía que Juan Báez Pachón crió para cambiar la vida social de su pueblo, ya que ésta saga se haría con el primer camión que funcionaba a manivela, para el transporte de ganado y productos del campo.

El niño Ramón, como le conocían, casaría a finales de los años 40 con Agustina Gómez; tuvieron seis hijos, de los que viven seis: las mellizas Toñi y Puri, Charo, Juan José, Iluminada y Montse.

Ramón trabajó de agricultor con su hermano Antonio y llevó un ultramarinos en su casa. Emigró a Madrid pero nunca se desligó de su pueblo, no se desprendió de su casa y su olivar. Para Ramón, el Madrid de los 50 fue una época difícil, fue contratista de obras y conserje durante algunos años, la capital le hizo un hombre orgulloso de vivir en Madrid y cuando tenía ocasión, volvía al pueblo.

El origen de ésta larga dinastía lo encontramos en María Antonia Perera de Matos, madre de Ramón, que casó con Juan Báez Pachón, estableciendo su residencia en Ribera del Fresno, donde María Antonia abriría taller de costura con más de una docena de trabajadoras.

Juan y María Antonia tuvieron 18 hijos y salieron adelante 10; el mayor, José Antonio, conocido por Lorenzo; José; Antonio; Juan; Manolo; Angel; Francisco; Ana; José María y Ramón, que vivió en Madrid casi 60 años.

La Familia, al ser tan numerosa, vive en el campo, cerca de la finca de Redrojuelo, en la carretera de Palomas. Allí tenían un cortijo y les será mucho mas fácil criar a sus hijos, además el Marqués de Lorenzana dejó a los Báez Perera de Matos sembrar en parte de sus tierra facilitándoles la yunta de mulas hasta que consiguieron comprarse el tractor.

Para desplazarse del cortijo al pueblo usaban unas bicis, después ya en los años sesenta conseguirían unas motos Guzzi y, posteriormente, el primer coche que tuvo la familia, un 850 especial.