Una tarde de cielo despejado daba la bienvenida a las procesiones del Martes Santo en la capital cacereña. La primera, de la mano de la cofradía de los Ramos, que ha superado este año los 800 hermanos, añadió, a última hora, una novedad en su paso del Cristo del Perdón, según explicó su mayordomo, Luis Manuel Rodríguez, horas previas a la salida de la procesión. Una imagen de Nuestra Señora de Notre Dame lucía a los pies del este Cristo del siglo XVII, en solidaridad con el terrible incendio del lunes en París, que arrasó la joya del gótico europeo. Se trata de una replica en miniatura de plata de la virgen titular de la catedral, «propiedad de un hermano que la ha cedido para el paso», relató Rodríguez. Además, explicó que la imagen real es una talla en piedra de la Virgen María con el Niño Jesús en brazos, «una de las piezas que se salvó de las llamas», añadió.

La salida de la cofradía cacereña se efectuó media hora más tarde que años anteriores. Sobre las 20.30, se podía observar el nogal del paso y cuatro grandes faroles, nuevos este año, realizados por un artesano de Puerto de Santa María, saliendo de San Juan. Segundos después, se avistaba la Cruz que abraza Nuestro Padre Jesús del Perdón vestido de blanco. Además, la talla estrenó fajín y cordón de esparto.

Una vez salieron en procesión, en el casco histórico se hizo el absoluto silencio, tan solo interrumpido por el sonido de las matracas cuando los hermanos de carga descansaban el paso e iniciaban la marcha de nuevo. Ha sido el segundo año sin horquillas y con instrumentos de viento haciendo interpretando música de capilla, entonando «piezas del siglo XVIII y XIX», según señaló el mayordomo.

Al mismo tiempo, rezaron el vía crucis e hicieron tres estaciones especiales en los conventos de clausura cacereños. La primera parada fue en Santa Clara, después en las Jerónimas y la última en San Pablo. Nuevo recorrido que decidieron tomar hace algunos años al renunciar a la idea de liberar a un preso, como se hacía no hace tanto tiempo, debido a los complicados trámites.

Esta hermandad atrae cada año a más jóvenes cofrades, apuntó Luís Manuel Rodríguez. Al atardecer del Martes Santo, más de trescientos hermanos acompañaron al Cristo vestidos con túnica blanca y cíngulo de lana amarilla, capa y capuchón morado.

LOS 30 años DEL AMPARO / La segunda procesión del Martes Santo, salió de su templo a las once de la noche para emprender el descenso a Cáceres, con flores del campo y un timbal destemplado de fondo.

Se trata de una de las cofradías más austeras que cumplirá en diciembre tres décadas, según explica el mayordomo, Manuel Floriano. Desde su origen, los hermanos, que ahora suman 480 y anoche salieron en procesión trescientos, vestidos con túnica negra y capa nazarena, realizan promesa de silencio.

Como cada año, al nazareno del Amparo lo escoltó la Policía Local, por ser su patrón. Agentes que en San Marquino leyeron el Sermón de las Siete Palabras. Oración que también se realizaría en Fuente Concejo, en la ermita del Vaquero, en Santiago, en Santa María, en el arco de Santa Ana y la séptima, y última, en la puerta de la iglesia de San Mateo, lugar donde «levantamos la promesa de silencio», relató Agustín Margallo, hermano de la cofradía.

En el recorrido le cantaron una docena de saetas, como es habitual en la noche de Martes Santo. Al llegar las dos de la madrugada, los hermanos, despidieron al Cristo del Amparo en la gilesia de San Mateo, hasta que a lo largo del día sea llevado de regreso a su ermita de la Montaña.