La tarde del Viernes Santo se puso imposible. La lluvia, a través de chubascos intermitentes, azotaba Cáceres. El mayordomo de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y Santo Entierro, para conservar el rico patrimonio de su hermandad, decidió no salir. La ermita de la Soledad, abarrotada de hermanos, representantes políticos, como la alcaldesa de Cáceres, de la Guardia Civil y la Policía Nacional, y cofrades en general, realizó un acto que ya estaba previsto en caso de lluvia. El parróco de San Mateo y los mayordomos de la Vera Cruz y la Soledad procedieron al descendimiento de Cristo. El obispo de Coría-Cáceres, Francisco Cerro, dirigió una oración de los fieles allí congregados. Miguel Ángel García, mayordomo de la Soledad, procedió a leer un texto del papa Francisco, mientras los hermanos sostenían las imágenes en andas sobre sus hombros. Isabel Caballero cerró la ceremonia con tres saetas a la Virgen de la Soledad, en una ermita llena de personas donde sólo había silencio.