Todos los sentidos entran en juego cuando uno se sumerge en la fiesta del Chíviri. El gusto, la vista, el olfato, el oído y el tacto se activan de una forma especial cuando uno se adentra en la plaza Mayor de Trujillo y comienza un júbilo y el alboroto sin fin. Cerca de 15.000 personas volvieron a vivir ayer un día único, que dejaba en el ánimo una sensación de alegría que los trujillanos añoran durante los 364 días restantes hasta llegar a un nuevo Chíviri. Son los refajos y las polleras de colores que lucen las trujillanas los que contribuyeron a deleitar la vista y llenar si cabe más de luz la plaza presidida por Pizarro, en medio de una agradable temperatura y un día soleado.

El oído es otro de los sentidos que ayer estuvo activo durante toda la jornada, receptivo a escuchar y bailar las canciones que la incesante Orquesta Pizarro entonó durante varias horas seguidas. Letras que dicen «Trujillo por las Pascuas yo no sé lo que parece. Ay, chíviri, chíviri, chíviri, ay, chíviri, chíviri, chon. Que vienen los forasteros y se encocan como peces» o «Rafael de mi vida y de mi corazón, enséñame a bailar la punta y el tacón», llenaron de tradición la jornada, mientras el olfato y sobre todo el gusto se ponían en funcionamiento. Tortillas, chorizos y quesos no faltaron en los corrillos, acompañados por el vino pitarrero, dispuesto a alegrar la garganta y el alma de los presentes. Los más animados se cogieron de la mano para bailar en corro al son de la música, celebrando que era Domingo de Resurreción.

No solo se divertían los vecinos de Trujillo, ya que buena parte de los extremeños y turistas de otras regiones habían elegido este destino para poner el punto y final a la Semana Santa, haciendo honor a su declaración como Fiesta de Interés Turístico Regional. Así lo ponía de manifiesto un matrimonio de madrileño y sevillana que el año pasado volviendo a Madrid desde Sevilla decidieron parar en Trujillo «porque habíamos oído hablar de esta fiesta a un compañero de trabajo de Huertas de Ánimas». Tan encantados quedaron que este año han repetido «y regresamos a Madrid con buen sabor de boca». Eso sí, un Chíviri acaba y comienza la espera de otro. El que dentro de un año volverá a llenar de tradición y alegría esta tierra de conquistadores.