Ricard saca el móvil del bolsillo, toca la pantalla y dice: "Como Pedro por su casa". En un momento, la expresión aparece transcrita en español y traducida el inglés: "As he owned the place".

Vuelve a pulsar el teléfono y suena una voz que pronuncia la frase. Y Ricard sonríe orgulloso. Acaba de usar el traductor de Google en su smartphone, el (pen)último invento que está levantando el castigo divino de la torre de Babel. Aún cometen fallos, sí, pero cada vez hay más herramientas capaces de romper las barreras idiomáticas y cada vez su fiabilidad es mayor. Y eso no es lo más importante. Las tecnologías de la era internet no solo están facilitando la comunicación entre personas de distintas lenguas; también están revolucionado el aprendizaje y aumentando el interés por conocer otras hablas.

"No se puede pensar que una máquina vaya a sustituir al traductor o al intérprete. Faltan varios siglos para que llegue", sentenció hace unos días la jefa de sección de la Dirección General de Interpretación de la Comisión Europea, Helen Campbell.

Con diferencias en el aspecto temporal, varios expertos consultados por este diario coinciden con esa tesis.

Aún está por nacer un robot con el don de lenguas del C3PO de La guerra de las galaxias. Tampoco se ha creado ningún traductor universal tan excelso como el de Star Trek... El experimento de Ricard con su móvil no da siempre los resultados deseados. Pero, ojo, en el mercado están apareciendo productos muy afinados.

En EEUU, por ejemplo, la empresa Voxtec comercializa el Phraselator 2.0, un artilugio del tamaño de un móvil que sabe 41 idiomas y ha sido desarrollado por el Ejército estadounidense y empleado por sus soldados en Afganistán, Irak y el Sureste Asiático. Su precio: 2.288 euros.

HERRAMIENTA CLAVE Dejando de lado los gadgets, el verdadero terreno en el que se está reordenando el guirigay idiomático es internet.

Son incontables las webs que dan servicio de traducción. La más conocida es Google Translate. "Esta no es solo una de nuestras herramientas más usadas, sino que la compañía la considera clave para hacer accesibles los contenidos de la red a todo el mundo", explica desde Londres Javier Arias, ingeniero del departamento de apoyo a alianzas estratégicas de la multinacional.

Esta aplicación, disponible para 57 idiomas, no funciona como un diccionario estático; compara patrones de traducción a partir de bases de datos que van absorbiendo miles de textos en varias lenguas.

"La herramienta, que no deja de aprender, asocia frases enteras y giros de palabras", explica Arias. Este ingeniero de Google recuerda también que en la red ya hay otras aplicaciones, como la traducción con subtítulos que pueden hacer los usuarios de Youtube de los vídeos colgados en el portal.

Una idea que irá a más con otra herramienta en fase de pruebas que genera de forma automática los subtítulos, que se pueden traducir a otros idiomas.

USO LUDICO Los más perezosos pueden pensar que con estos avances no valdrá la pena aprender idiomas. Arias lo niega. Para empezar, porque esas tecnologías son útiles para usos ocasionales o lúdicos, pero falta que dominen la entonación, los contextos... Y para acabar, porque lo que están logrando es que la gente amplíe las nociones de un idioma a base de visitar webs, que a la vez aumentan la afición por dominar una cultura. Estos instrumentos "permiten aprender de forma más autodidacta y perfeccionar la pronunciación", afirma el especialista de Google.

Los centros educativos se han sumado también al cambio tras pasar por el casete, el cederrón y otros formatos.

"Por sí solas, las nuevas tecnologías no aumentan el nivel del alumno, pero hacen crecer su interés y su participación, con lo que al final sí que contribuyen a que mejore", arguye Lupe Romero, profesora de Italiano de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autónoma de Barcelona. "Los estudiantes, al ser sujetos más activos, reciben más estímulos y captan mejor las enseñanzas", añade. "Antes aprendían a leer y escribir en una lengua; ahora aprenden a comunicarse", opina Christine Appel, docente de la Escuela de Lenguas de la Universidad Abierta de Catalunya.

MULTILING ISMO Escuelas y universidades están impulsando planes diversos con material multimedios. Hay programas que permiten a los estudiantes conversar con sus homólogos de otros países, y muchos de ellos, fuera de clase, aprovechan para practicar idiomas a través de redes sociales como Facebook y Twitter o softwares como Skype. "Vamos hacia un mundo multilingüe en el que habrá que dominar más de un idioma", vaticina Appel.