No una ni dos ni tres ni cuatro, sino hasta nueve son las decisiones que tomaron British Petroleum (BP), Transocean, Halliburton y otras empresas vinculadas a la plataforma Deepwater Horizon en el golfo de México en las que se primó el ahorro de tiempo y de costes aumentando los riesgos que acabaron materializándose en el mayor desastre ecológico de la historia de Estados Unidos.

Esa es una de las conclusiones que ha alcanzado la comisión especial de investigación ordenada por el presidente estadounidense, Barack Obama, y forma parte de un informe que se hará público el próximo martes pero del que ayer se avanzó un capítulo.

Entre esas decisiones se señala, por ejemplo, que no se instalaron los suficientes mecanismos para estabilizar el pozo, que no se esperaron los resultados de las pruebas que debían comprobar el sellado y que no se hizo caso a los resultados de una prueba de presión que no se había superado. En cambio, se optó por aceptar como válidos los de otra prueba que sí se superó tras el fracaso del primer test.

LECCIONES APRENDIDAS Se acusa también a las compañías implicadas en la operación y gestión de la plataforma de problemas de comunicación interna y entre ellas. Por ejemplo, se denuncia que Transocean, que anteriormente al vertido del golfo de México estuvo a punto de vivir un desastre "inquietantemente similar" en una plataforma en el Mar del Norte, no comunicó las lecciones aprendidas en aquel incidente. En el accidente de la plataforma Deepwater Horizon fallecieron 11 operarios y se produjo el derrame de al menos cinco millones de barriles de petróleo al mar. Se convirtió en la peor catástrofe ecológica de los Estados Unidos.

Para la petrolera británica BP, a la que se identifica como responsable de al menos siete de las problemáticas decisiones vinculadas a la explosión del pozo el 20 de abril, el informe no representa, aunque pueda resultar chocante, malas noticias.

FALLOS DE GESTION La investigación identifica como "sistémicas" las raíces del desastre, y aunque apunta a fallos de gestión de BP, denuncia también "fallos del Gobierno estadounidense por no ofrecer un control regulador efectivo de las perforaciones en aguas profundas", alertando de que sin cambios en el sistema de control gubernamental un accidente similar "bien pudiera repetirse".

"No podemos culpar únicamente a BP". Es el mensaje que recogen las 48 páginas del capítulo avanzado, donde la comisión nacional admite también que no ha encontrado pruebas de que la explosión que inició el vertido fuera consecuencia de "decisiones aberrantes adoptadas por cargos oficiales o una industria deshonestos".

POSIBILIDAD REMOTA Al repartir la culpa entre múltiples compañías y múltiples incidentes previos a la explosión, así como al atribuir responsabilidades a los reguladores, la comisión parece alejar también la posibilidad de que British Petroleum sea acusada de negligencia grave por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que está acometiendo una investigación propia. Esta tendrá en cuenta, indudablemente, las conclusiones de los siete expertos elegidos por el presidente estadounidense, cuya gestión del desastre ecológico fue duramente criticada.

A pesar de que los analistas esperan que las sanciones que se impongan a la compañía petrolera marquen récords históricos, con un cargo de negligencia grave las multas habrían podido multiplicarse por tres.

SUBIDA EN LA BOLSA Nada explica mejor la tranquilidad que dan a British Petroleum las conclusiones de la comisión de investigación que lo que pasó ayer con sus acciones: subían un 2% a media mañana en el mercado londinense, un voto de confianza en que la petrolera no se enfrentará a los cargos más graves que podían imputársele. Los títulos han recuperado las dos terceras partes del valor que perdieron después del accidente.