El pánico a volar --agravado por el recuerdo del accidente aéreo de Barajas-- y los descuadres en las fechas de ida y vuelta fueron la mezcla determinante para que un centenar de personas decidieran cancelar el viaje de Barcelona a Cancún que habían contratado con la compañía Iberworld. El Airbus 330 que los tendría que haber llevado el jueves a la ciudad mexicana partió ayer con 27 horas de retraso, después de que los técnicos repararan en Palma de Mallorca una avería en el tren de aterrizaje.

Mientras unas 280 personas mantenían su intención de cruzar el Atlántico con el mismo aparato, otros pasajeros esgrimieron todo tipo de razones para quedarse. Uno de ellos, Domingo Rivera, no tuvo dudas. "Llevo un marcapasos y, con todo el estrés que llevamos en las últimas horas, he pedido que me devuelvan el dinero", explicó.

Otros viajeros que permanecieron en Barcelona mientras el Airbus cruzaba el Atlántico aseguraron que el hecho de no saber con exactitud cuántos retrasos tendrían antes del despegue les llevó a cancelar el billete. Y también hubo un tercer grupo cuyo argumento para no volar se amparaba en tesis menos pragmáticas, pero sí mucho más emocionales. En definitiva, que no se fiaban de volar con el mismo avión que un día antes les había causado tantos espantos.

TRAJIN DE MALETAS Algunos de los 387 pasajeros que se apearon el jueves del Airbus averiado ya renunciaron al viaje aquella tarde. Otros, en cambio, tomaron la decisión después de haber pasado la noche en dos hoteles de Sabadell, adonde los trasladó la compañía hasta que se solucionara el problema.

Pasados 10 minutos de las diez de la mañana, varios autocares partieron hacia el aeropuerto de El Prat para que quienes lo desearan pudieran coger el avión, cuya salida estaba prevista a las 13.30 horas. Sin embargo, el aparato volvió a Barcelona pasadas las dos del mediodía porque se alargaron las pruebas de seguridad. Finalmente, el Airbus 330 despegó a las 15.30 horas rumbo a Cancún, adonde tenía previsto llegar a la una de la pasada madrugada.