Conforme pasa el tiempo, los vecinos del barrio pacense de Suerte de Saavedra, donde se produjo un incendio el pasado miércoles por el que hubo que desalojar a 60 familia, están más convencidos de que quien dio la voz de alarma al ver que salía humo del edificio de la plaza Miguel Delibes y avisó a las familias que viven en sus cuatro bloques, evitó una auténtica desgracia.

Viendo el interior del inmueble, y sintiendo su intenso olor, uno piensa que si hubiera tardado un poco más en desalojarlo, la situación hoy sería trágica. Por eso, en el barrio se refieren a ese hombre como "nuestro Angel de la guarda".

Ese ángel corajudo es Miguel Prada, de 43 años, que vive con su madre y es funcionario del servicio nocturno de Limpieza. Esa madrugada había salido "a fumar y a sacar al perro, porque acababa de llegar del trabajo. Cuando subí a casa escuché ruidos, no fuertes, pero extraños; pensé que me robaban la moto, o que hacían una lumbre, y salí. Serían las cuatro menos cuarto".

En un principio vio una niebla extraña, "pero me acerqué y me di cuenta de que no era niebla; era humo que salía de la punta del garaje. Lo primero que hice fue llamar al 091, a la policía, y me puse a pegar voces para que los vecinos salieran", explicó. Y añadió que "en un principio dudé, porque no sea que llamara a la policía y vinieran para nada; pero me cercioré y di voces a los vecinos; salieron unos cuantos y fueron avisándose unos a otros".

Los vecinos están convencidos de que a esa hora, si no les llaman, no hubieran podido salir del edificio, "por la cantidad de humo y por lo caliente que estaba ya", explicó uno de los afectados. "A esa hora el sueño es muy profundo. Luego vino la policía, y los bomberos, que fueron llamando puerta por puerta y salieron todos", contó Prada.

Miguel ya salvó a otro hombre de un incendio en Cerro de Reyes, donde vivía. "El vecino de enfrente, el pobre, estaba impedido y se le incendió el salón con la estufa; las mujeres son más cobardes y gritaban y no me lo pensé, entre y cogí al hombre con la silla de ruedas y lo saqué". "En medio de las llamas", apostilla su madre.

Cuando se le pregunta qué le dicen los vecinos, responde que "ahora están muy agradecidos". Y enseguida insiste: "menos mal que el daño es solo material; que no hay nadie herido".