TOROS: Cinco de la esposa e hijos del ´Niño de la Capea´, bien presentados, nobles y de buen juego; y un sobrero, el primero, de ´La Dehesilla´, deslucido.

TOREROS: Enrique Ponce: menos de media estocada (ovación); y pinchazo y estocada (aviso y una oreja con petición de la segunda). Vicente Barrera: estocada ligeramente desprendida y dos descabellos (una oreja tras un aviso); y estocada (una oreja con fuerte petición de la segunda). José Calvo: dos pinchazos, estocada y tres descabellos

(silencio); y media y dos descabellos (una oreja tras un aviso).

PLAZA: Valencia. Lleno sin apreturas en una tarde fría.

Dos orejas y la correspondiente salida a hombros fueron la rúbrica de una importante actuación de Vicente Barrera, ayer en Valencia, que cuajó sendas faenas que competirán entre si mismas por el premio a la mejor del ciclo fallero.

Evidentemente, la tarde fue de Barrera, que salió por la Puerta Grande y a quien dicho sea de paso no le regalaron nada, al contrario, le disimularon un tercer trofeo. El toreo de pasmosa quietud y de mucho temple, de exquisita donosura y, más que nada, profundidad. Es verdad que sorteó dos buenos toros, pero no es menos cierto que en todo estuvo perfecto y más.

En su primero, quieto como un poste, jugó los brazos con soltura, acompañó los viajes con la cintura. Deliciosa torería. Fue faena de dos orejas que se quedó en una por el uso del descabello. Como lo fue también la otra, en la que inexplicablemente el presidente solo dio un trofeo. Tan bien estructurada como la anterior, en ésta hubo además pasión desde la larga cambiada en el tercio. Y prestancia y empaque con la muleta.

Faena muy asentada y de muy buen ritmo en lo fundamental, pero además con adornos y airosos desplantes muy a modo. Entre las tandas por la derecha y al natural, el pase de las flores, los cambios por delante y los de pecho. En el epílogo, el descaro de ponerse de rodillas, el abaniqueo y las manoletinas. Y por si faltaba, la estocada, fulminante. ¿Qué más quería el presidente para la segunda oreja?

Ponce ha vuelto a demostrar su maestría con un lote muy dispar. Su deslucido primero no dio ninguna opción, quedándose corto y yendo a su aire. Hubo que hacerle todo a media altura, ya que por abajo se caía y por arriba molestaba mucho. Valor y habilidad por parte del torero que taparon las carencias del animal.

El cuarto, un buen toro como el resto del conjunto de la familia de ´Capea´, permitió muchos desahogos. Y Ponce, que estuvo muy lucido con el capote en el saludo, ligó una faena de muleta de mucha estética, de gran dominio y destreza, y, sobre todo, de mucho sentimiento.

Faltó si acaso la apoteosis final, que, por las circunstancias del toro, venido a menos, no pudo ser. Y hubiera sido necesario más que nada haber matado a la primera. No obstante, paseó una oreja de mucho peso.

El modesto José Calvo hizo una primera faena con altibajos, en la que no obstante hubo secuencias importantes, aunque en conjunto le faltó ambición. En el sexto se esforzó más, pero tardó en acoplarse. Lo mejor, los alardes encimistas finales. En éste paseó una oreja con carácter local.