Un ave canaria, la pardela cenicienta, que sobrevuela cada año el Atlántico entre noviembre y diciembre hasta alcanzar Namibia y Sudáfrica, en busca de alimento, suele incluir en su ruta 3.000 kilómetros adicionales, dando un rodeo por Brasil, porque las corrientes de viento en esos meses le son favorables.

Los científicos españoles Angel Felicísimo, de la Universidad de Extremadura, Jesús Muñoz, del Real Jardín Botánico (CSIC), y el especialista en aves Jacob González-Solís, de la Universidad de Barcelona, han demostrado en un estudio publicado en la revista PloS ONE , que las llamadas "autopistas de viento" de las que se sirven las especies en sus migraciones, tienen un trazado muy preciso y solo pueden transitarse en ciertos períodos de tiempo muy concretos.

Nuevas investigaciones

Según los científicos, este hallazgo abre la puerta a nuevas investigaciones que permitirían conocer cuándo y por dónde puede producirse acceso de patógenos o especies invasoras en cierto lugar, y cuándo resultaría más eficaz un tratamiento contra organismos indeseados; asimismo podría ayudar a estudiar cómo han podido evolucionar las especies colonizando otras áreas. Muñoz ha explicado que este conocimiento de las llamadas autopistas que utilizan las especies, junto con el descubrimiento de que son utilizadas sólo en momentos óptimos, permitiría concentrar los esfuerzos profilácticos ante una previsible invasión de patógenos lo que supondría un ahorro de recursos. Para el trabajo de investigación de estos científicos se utilizaron alrededor de cincuenta ejemplares de pardela cenicienta a las que se les acopló un geolocalizador, para conocer qué rutas trazaban en sus viajes migratorios.

Controlar el viento

Según Muñoz, la pardela cenicienta, que nidifica en Canarias, y que pasa el invierno frente a las costas de Sudáfrica y Namibia, era la candidata ideal para la investigación porque, lejos de volar en línea recta para recorrer los aproximadamente 8.000 kilómetros que separan Canarias de Sudáfrica, estos pájaros "se dan un paseo hasta Brasil, recorriendo de ese modo unos 3.000 kilómetros de propina"; también por su técnica de vuelo, surfeando sobre el aire que las olas empujan delante de sí.

Los científicos se sirvieron para su investigación de los datos del satélite QuikSCAT, de la NASA, que mide el viento y su dirección, para comprobar que las pardelas se desplazaban por el océano a lo largo de las autopistas de viento que existen entre Canarias y el sur de Africa. El resultado de sus trabajos fue que los pájaros seguían con precisión el trazado de las "autopistas" que conectan estos dos puntos, y que sólo pueden hacerlo durante un período de tiempo preciso, ya que hay una etapa de calmas o vientos opuestos que actúa como una "puerta temporal" que bloquea el paso de las pardelas en su viaje al sur.