Los 550 vecinos del pueblo de La Restinga, situado en el extremo meridional de la isla de El Hierro, podrán regresar hoy a sus hogares porque el comité de emergencia ha considerado que el volcán submarino que se está formando a menos de tres kilómetros del núcleo urbano puede ser un peligro, pero no inminente. Eso sí, deberán estar dispuestos a salir con celeridad si fuera necesario, una situación que ya conocen puesto que el pasado lunes fueron desalojados en apenas una hora sin mediar anuncio previo.

La decisión, que sorprende teniendo en cuenta que el desalojo se tomó en una situación menos crítica que la actual, la tomó ayer el comité del Pevolca (plan de emergencia volcánico) en una reunión celebrada en El Pinar con la presencia del presidente de Canarias, Paulino Rivero, y del presidente del Cabildo insular, Alpidio Armas.

El Pevolca llegó esa conclusión por dos motivos, como resumió la investigadora María José Blanco, directora del Instituto Geográfico Nacional (IGN) en Canarias.

En primer lugar, se considera que el volcán submarino aún no se encuentra en una fase explosiva y que, en todo caso, antes de que haya emisión de materiales sólidos a la atmósfera deberá pasar previamente por una fase con columnas de gas inofensivas que todavía no se ha producido (si es que realmente llega a producirse).

Rivero estimó que entre una y otra fase pasarán un mínimo de siete horas, un tiempo más que razonable para efectuar una evacuación, y que "se extremará la vigilancia día y noche". En cualquier caso, el presidente canario recordó que las personas enfermas y los niños en edad escolar continuarán en El Pinar, la cabeza del municipio.

ONDAS SÍSMICAS

El segundo motivo, prosigue Blanco (IGN), es que a partir de hoy se instalará en la zona un sistema de hidrófonos --aparatos que miden las ondas sísmicas en el agua-- que permitirá detectar con mayor precisión si el volcán que está germinando crece y se pone muy nervioso.

"Estamos buscando en La Restinga cuáles podrían ser los mejores sitios", explica a este diario María José Jurado, investigadora del CSIC en el Instituto Jaume Almera de Barcelona. La Restinga era ayer un pueblo fantasma con una mancha de azufre amenazante.

De hecho, durante el día de ayer se siguieron observando burbujas en la gran mancha que se extiende al sur de la punta de La Restinga, especialmente en una zona situada a apenas dos kilómetros de la costa.

Blanco explica que se trata de una especie de pequeñas pelotas de magma, con gases en su interior, que suben desde el foco emisor del fondo del mar y estallan cuando entran en contacto con el aire de la superficie.

Los restos más pesados se sumergen de nuevo, pero los más livianos y con gran porosidad, como lo piedra pómez, pueden quedar flotando.

La mancha de azufre y otros residuos vulcánicos, incluyendo las tonalidades más suaves, ocupa una superficie similar a la de la propia isla de El Hierro, según confirman las imágenes del satélite Aqua de la NASA.

Las corrientes han sido beneficiosas por ahora porque han contribuido a alejar los restos hacia el mar abierto, pero los herreños temen un cambio de vientos que lleve la mancha hacia otras zonas de la isla.