La estética de los pillos (y presuntos pillos): Fèlix Millet comparece ante el juez y se presenta con barba, unos kilos de menos, y al día siguiente su barba y sus kilos son portada en los diarios, pasto de comentarios que dicen que está desmejorado, que inspira compasión, que mira con otra mirada. Al parecer es importante, o al menos significativo. La barba de Millet, en resumen, habla. Hay apéndices así: con el don de la elocuencia.

La estética de los pillos (o presuntos pillos): porque se dejan, porque se quitan, porque pierden y porque ganan. Se quitó el Bigotes el bigote y ya no parecía el Bigotes ; de repente, detrás, agazapado, un tal Alvaro Pérez. Que en realidad no se lo quitara, que se lo recortara, no restaba un ápice a las consecuencias: el personaje más pintoresco del caso Gürtel dejaba de lucir su fenomenal mostacho y entraba al reino de los normales; su apéndice, que también era elocuente... a callar. Y luego se dejó la barba. Y ya no es el mismo. Entender el mote supone ahora imaginar.

La estética de los pillos es sensible a la adversidad. Millet se presenta con barba en la primera de sus comparecencias mensuales ante el juez, las que está obligado a hacer para probar que no ha escapado; Pérez, el Bigotes , llega sin bigote, o con una pálida muestra del que tenía, en su primera declaración, como imputado, ante el Tribunal Superior de Justicia de Valencia. Otro pícaro (presunto pícaro) del caso Gürtel , Francisco Correa, del que al parecer había no más que una foto, en frac, elegante, impoluto, posando en la boda de Ana Aznar, empezó a parecerse más a sí mismo en la ficha policial, donde aparece más delgado, desarreglado, enjuto; pero es que no se sabe aún de fichas policiales que embellezcan.

La estética de los pillos: Luis Roldán saliendo de la cárcel, un día de permiso, sin barba, las cámaras solazadas en su repentina cara de niño, algunos dijeron (en aquel entonces, 2001) que de niño viejo; Javier de la Rosa a finales de los 90, demacrado, ni rastro de su antigua lozanía tras unos meses en prisión. La estética de los pillos es la estética de los procesados, de los imputados, de los condenados: cuando cambia importa. Suele hablar de pena, y de castigo.