Llegar a las 100.000 bolsas de sangre era un reto para la Hermandad de Donantes de Sangre Virgen del Puerto de Plasencia y con ayuda de más de 18.000 brazos generosos lo ha conseguido. El verano pasado se alcanzó la cifra mágica, que traducida en volumen de sangre supone unos 50.000 litros, pero ha sido el viernes y ayer cuando la hermandad lo ha celebrado con suelta de globos, una exposición y un homenaje a los artífices de este éxito, los donantes de sangre.

Entre estos, destaca el que, por azar, se ha convertido en el cliente un millón , es decir, en la persona que ha donado la bolsa número 100.000. Se trata del placentino Ismael Martín Hernández, al que ha sorprendido un protagonismo que no buscaba, como todos los donantes, cuyo denominador común es el fin altruista de ayudar a los demás. Ismael no es la excepción. "Yo dono por intentar ayudar a gente que necesita esa sangre. Seguro que hay mucha gente que ha donado más veces que yo", explica humilde y afirma sin dudarlo: "Voy a seguir donando, siempre que puedo voy y seguiré".

La fidelidad es una característica de muchos de los donantes de la hermandad placentina. Su presidente, Pablo Vicente, destaca que hay unas 50 personas que "ellos solos han llegado a donar 3.000 veces". En representación de todos los que han hecho posible llegar a las 100.000 bolsas, el colectivo homenajeó ayer a 50 donantes que han superado las 50 donaciones.

El récord lo tiene Gerásimo Antúnez de Castro, con 102 donaciones y un caso curioso es el de Magdalena Sánchez Martín, que ha sido donante y a la vez receptora de sangre. 61 veces ha donado y "porque me jubilaron por vieja, que si no, seguiría donando. Ha sido uno de mis vicios". Comenzó en el centro hematológico que creó la Caja de Ahorros de Plasencia en 1967 porque "mi marido estaba siempre de viaje y yo donaba por si alguna vez la necesitaba y al final quien la necesitó fui yo".

Cuenta que tuvieron un accidente y curiosamente "yo había donado diez veces y me tuvieron que poner diez bolsas de sangre". Su vicio se lo transmitió a sus cuatro hijos y lo recomienda a todos: "Por supuestísimo que animo a donar. Para mí es muy gratificante porque piensas que esa tontería del pinchacito puede salvar una vida".

Una promoción como esa es la que busca ahora la hermandad, ya que mientras Pablo Vicente está estos días "más contento que unas pascuas" y agradecidísimo a todos los donantes, también piensa en el futuro. Confía en los placentinos y comarcanos porque "el índice de donación de la zona es de los más altos de España" y la media de edad de los donantes de la hermandad es de 39 años, pero es consciente de que las necesidades aumentan al alargarse la esperanza de vida y tiene claro que: "La juventud es el futuro y hay que animarla a donar".