La cantante neozelandesa Brooke Fraser acaba de visitar España para promocionar su nuevo disco, Flags, y sobre todo su hit ya internacional, el pegadizo Something in the water, que arrasa tanto en Oceanía como en Estados Unidos y Europa, después de que este otoño entrara de manera fulgurante en las listas de éxito de Alemania, Australia, Suiza y Holanda. Aún no tiene fechas cerradas para actuar en España, pero en su gira de presentación compartió escenario con grandes como David Bowie y John Mayer. "Este es mi tercer álbum, pero siempre intento aprender de artistas consagrados", explica la cantautora, de 27 años.

El talento se le despertó de forma muy precoz a esta intérprete de "pop adulto, clásico, y folk", según ella misma describe. A los 2 años ya cantaba, con 5 tocaba el piano, a los 12 componía, con 15 aprendió a defenderse también con la guitarra y a los 18 publicó su primer disco. ¿Hay antecedentes artísticos en su familia? "No, no. Solo mi tío abuelo, que tocaba la trompeta con una mano", aclara.

Su primer desembarco discográfico fue What to do with daylight y entró directamente en el número uno de su país, colocando 120.000 ejemplares. Regresó con Albertine. Y con Flags su popularidad ha traspasado ya las fronteras.

Fraser es, además, una artista preocupada por "las situaciones de pobreza" que padecen los lugares más olvidados del planeta. "En el 2003 viajé a Camboya y en el 2005 a Ruanda. Y hace solo unos meses estuve en Etiopía, donde hay una escasez absoluta de agua potable, comida...", se lamenta. Su ambición, asegura, es que con su música pueda "también ayudar a dar a conocer este tipo de realidades".