TLtas encuestas demoscópicas me importan una higa. Yo sólo creo en la encuesta electoral del autobús urbano. La diferencia entre un bus urbano cacereño y otro pacense radica en que el de Cáceres suele ser más moderno y funciona desde hace años con la tarjeta monedero electrónica que estos días se aplica en Badajoz. La semejanza es que, en ambas ciudades, suena a todo trapo la emisora de radio favorita del conductor y eso, en estos días, puede parecer una provocación.

El otro día iba yo en autobús al Carrefour de la carretera de Valverde, en Badajoz. Hacía el viaje acompañado por la voz en grito del tertuliano Javier Pérez Royo, que no dejaba títere con cabeza en el PP, mientras un caballero, con La Razón bajo el brazo, se revolvía en su asiento y musitaba unas jaculatorias de las que sólo acerté a entender dos palabras: "Los rojos, los rojos". Claro que eso no es nada si lo comparo con uno de los conductores de la cacereña línea siete. Lleva a Jiménez Losantos a tal volumen que uno no puede conversar ni ensimismarse. La otra tarde, una señora le gritó que, ya puestos, por qué no enchufaba una casete con el Cara al sol . El conductor, embebido en su mitin vespertino, ni se enteró. El ambiente en el bus urbano está calentito y yo, si fuera conductor, ponía el dial en Kiss-FM , que le gusta a todo el mundo, o hacía como el director de mi sucursal de Caja Extremadura en el Nuevo Cáceres, que tiene siempre puesta Radio Clásica y así, entre vals y polonesa, pagas la hipoteca con gusto, como quiere Rajoy.

*Periodista