En las horas centrales del día --de 12.00 a 16.00--, esas que concentran las alertas contra el daño solar y el cáncer de piel, las playas españolas congregan a miles de bañistas que, como han hecho "siempre", llegan provistos de neveras con bebidas y bocadillos, dispuestos a no dejar la arena hasta que el sol decline.

España es uno de los países occidentales con mayor potencia solar, pero, a diferencia de otras sociedades en esa misma situación, los españoles aún emprenden el veraneo con escasa o nula conciencia de los efectos enfermizos de esas radiaciones. En paralelo, las cifras de cáncer de piel se multiplican, en especial las de afectados por el melanoma, el tumor cutáneo más doloroso y mortal.

Cada año se diagnostican 4.000 nuevos casos de melanoma en España,y la cifra se duplica cada 10 años. Un alto porcentaje de esos enfermos no superan los 30 años, lo que indica que sufrieron quemaduras cutáneas e insolaciones cíclicas cuando eran niños, ya que este tumor suele ser consecuencia de un daño solar acumulado desde la infancia. El eritema, la quemadura rojiza, es una lesión de enorme gravedad cuando afecta a los menores de 15 años, insisten los especialistas. "El melanoma mantiene una tendencia a aumentar en progresión epidémica", afirma el doctor Vicente García-Patos, responsable de dermatología en el Hospital Valle de Hebrón. De hecho, es la primera causa de muerte de origen dérmico en España.

GROSOR Y PELIGRO El volumen de esos tumores determina la supervivencia de quien los sufre. Cuando solo afectan a la capa cutánea externa y tienen menos de un milímetro de grosor, la extirpación suele ser suficiente para alcanzar la curación total. Si se supera ese milímetro inicial, un 20% de los melanomas esparcen sus células a otros órganos y dan lugar a metástasis. Esto sucede en un 40% de los casos en los que el tumor ha superado los cuatro milímetros de grosor.

La detección de esos tumores cuando son muy incipientes es fundamental, según García-Patos. Para conseguirlo es necesario conocer, y memorizar (o fotografiar), las manchas, pecas y lunares del cuerpo de cada cual, ya que así será posible captar las novedades anómalas. Estas deben mostrarse a un médico.

El melanoma suele mostrarse como una mancha de bordes asimétricos, de color negro o rojizo, que puede palidecer al iniciar su progresión hacia el interior de la piel, cuando empieza a crecer en profundidad. El tratamiento más eficaz es la eliminación quirúrgica. "Cuando hay que recurrir a quimio o radioterapia, el resultado es incierto", indica García-Patos.

Los filtros de alta protección no evitan de forma eficaz el daño solar, coinciden los dermatólogos, que apenas atribuyen a esas cremas una función de "ayuda" ante la radiación. "Nunca protegen del todo, ni tampoco se esparcen sobre el cuerpo de forma conveniente --añade el especialista--. En todo caso, más vale utilizar eso que nada, aunque se esté en la playa de nueve a doce de mañana". Las cremas protectoras deberían renovarse en la piel cada dos horas, y habría que dejar el cuerpo cubierto por una gruesa capa de producto, algo que desagrada y disuade a los bañistas.

Esa prevalencia de la estética sobre la salud no sucede en Australia, país de alta radiación solar. Tras años de elevada incidencia del melanoma, la población australiana ha adquirido una notable conciencia de los peligros del sol. Allí, las cremas fotoprotectoras se ofrecen gratis en las playas, y los ciudadanos se las aplican en grandes cantidades. Es más, la mayoría de los bañistas australianos permanecen vestidos en la playa, y las piscinas públicas son cubiertas.