La Iglesia católica volvió, por tercer año consecutivo, a realizar una exhibición de fuerza en Madrid, ciudad a la que su arzobispo, el cardenal Antonio María Rouco Varela, convirtió por un día en la capital europea de la familia cristiana. Decenas de miles de católicos llegados de varias ciudades, no solo de España sino de toda Europa, junto a una cuarentena de obispos y cardenales españoles y una quincena de prelados y purpurados extranjeros, acudieron a la misa organizada en pleno paseo de la Castellana para defender un modelo de familia que, en su opinión, está amenazado de muerte.

Como ya sucedió hace un año, esta vez tampoco hubo ataques directos al Gobierno socialista, a diferencia de lo ocurrido en el 2007. La nueva doctrina impuesta por el Vaticano, consistente en mantenerse firmes pero formalmente conciliadores, así lo exige. El arzobispo Rouco Varela, eso sí, trazó un panorama desolador y señaló con el dedo a los culpables: el divorcio, el aborto y los matrimonios gais.

CAMBIO DE ESCENARIO La cita para "salvar Europa y la familia" tuvo lugar en la Castellana y no en la habitual plaza de Colón, que se encuentra patas arriba por las obras. El arzobispo de Madrid escogió la plaza de Lima por tratarse del mismo escenario donde el papa Juan Pablo II convocó a los españoles en el año 1982. El altar, de blanco inmaculado, incluía una cruz de 12 metros de altura y suficiente espacio para acoger a cardenales y obispos del resto de España, entre los que se encontraban, además de monseñor Rouco, el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, y el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluís Martínez Sistach.

Los asistentes más madrugadores comenzaron a llegar a la plaza de Lima a las siete y media de la mañana, tras haber pasado toda la noche en la carretera (se fletaron 800 autobuses a Madrid). Otros, procedentes de Italia, Polonia, Francia, Alemania o Eslovaquia, optaron por viajar a Madrid el sábado, dormir en parroquias de la capital y acudir "frescos" a la misa, retransmitida en directo por Telemadrid.

Entre la multitud no se vislumbró ni una sola pancarta contra el Gobierno. Sí se vieron, debido a las bajas temperaturas, muchas mantas, gorros y bufandas. "Hace mucho frío, pero merece la pena defender a la familia", gritó desde el altar una de las personas encargadas de calentar motores hasta que llegara el momento de la misa. Las canciones interpretadas en directo por el fundador del movimiento ultraconservador Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, contribuyeron igualmente a ese fin.

CONEXION CON ROMA Antes de que Rouco Varela pronunciara su homilía, hubo una conexión en directo con Roma para escuchar y aplaudir las palabras del pontífice Benedicto XVI: "La familia es la mejor escuela para aprender a vivir con valores. Y eso es lo que hace grandes a los pueblos". Según dijo, la familia es el espacio donde "se comparten las penas y las alegrías", y donde se vive "siempre ese amor de total entrega, comprensión y respeto mutuo".

El plato fuerte se sirvió a continuación. Sin hacer menciones directas al Gobierno, el arzobispo de Madrid dejó claro en su homilía que el matrimonio es una unión "indisoluble", a pesar de que las legislaciones europeas "facilitan el divorcio hasta extremos inimaginables". Después se refirió a la "falta de respeto a la vida". Es decir, al aborto, al que calificó de "gravísima violación" de los derechos del niño. Los niños tienen que nacer, añadió Rouco Varela, fruto del amor entre un hombre y una mujer. "Hay otros modelos que no responden a la verdadera naturaleza de la familia. Esta debe ser una comunidad de vida y amor entre los esposos y los hijos", concluyó, en alusión a las bodas entre gais.

ANTES DE TIEMPO Durante el acto, los organizadores anunciaron una sorpresa a los presentes. Y esta llegó al final de la misa. Los Reyes Magos hicieron acto de presencia, camellos incluidos, en el altar levantado en la plaza de Lima ante el asombro de los niños que acudieron a la convocatoria acompañando a sus padres. Sus Majestades iban cargados de regalos para los niños más pobres de la Comunidad de Madrid. El cardenal Antonio María Rouco Varela tranquilizó a los más pequeños asegurándoles que los Reyes volverían a la capital el 5 de enero.