Poco a poco empezaba a resolverse ayer el terrible misterio que escondía el hallazgo de un niño, el pasado viernes por la mañana, flotando en las frías aguas de un lago al oeste de Francia. Seguía con vida, casi de milagro, pero estaba en coma. Nadie le reclamaba y cuando se difundía su foto por televisión, nadie le conocía. Hasta que él mismo, 24 horas después, se despertó y dijo quién era y dónde vivía. Y allí, en su casa, la policía encontró el sábado a su madre, muerta, en el suelo. Ayer, en el por el momento último capítulo de la historia, fue detenido el exnovio de la mujer, sospechoso de haberla matado y de haber tirado al niño, posible testigo del delito, al agua.

Todo comenzó el viernes, a las seis y media de la mañana, cuando un hombre sacó a pasear su perro a orillas del lago de Apremont, en la región de Vendée, no muy lejos de Nantes. En el agua vio a un niño en pijama, inconsciente, "tieso como una plancha", que seguramente había pasado toda la noche en el lago. El pequeño sufría hipotermia grave, aunque en el hospital de Nantes consiguieron salvarle la vida, aunque seguía en coma.

NADIE SABIA QUIEN ERA El problema era que nadie sabía quién era. La policía visitaba el cercano pueblo de Apremont, enseñando una foto del niño, pero "no es de aquí", decían los vecinos. Se difundió la foto por la tele y en los periódicos del sábado, pero nadie le identificó. Hasta que él mismo despertó, dijo llamarse Antoine y tener 8 años. Aún perturbado, explicó a los policías que vivía en Bois-de-Cené, a unos 30 kilómetros al norte, razón por la que ningún vecino de Apremont le reconoció.

La policía se presentó primero en casa del alcalde de Bois-de-Cené, Michel Deriez. Cuando le explicaron el caso, descubrió que el pequeño era su nieto. No había visto la televisión ni leído los periódicos. Acompañó a los agentes a la casa de su hija, Anne, que vivía al lado suyo en un islote en las marismas de la zona. Encontraron a Anne, de 29 años y enfermera en un hospital, en el suelo, en un charco de sangre, muerta por un fuerte golpe en la cabeza, aunque la autopsia tendrá que confirmarlo. La televisión permanecía encendida y en la mesa estaba servida la cena, seguramente la del jueves.

Ayer por la mañana, Antoine empezó a recuperar la memoria y pudo explicar qué le había pasado. El jueves por la noche, Cédric O., el novio que 15 días antes había roto con su madre, le había llevado en coche al lago, donde le había tirado desde un embarcadero al agua, de la que, aparentemente, no logró salir. Según los agentes, parece que el niño no presenció directamente el asesinato de su madre. Aun así, Cédric O. decidió eliminar al supuesto testigo.

Después de esta declaración, comenzó en la zona una batida policial, helicóptero incluido, en busca del exnovio, un chatarrero sin lugar de residencia conocido. Poco después del mediodía le encontraron en Saint-Hilaire-du-Riez, a orillas del Atlántico, a apenas 20 kilómetros de Apremont, donde comenzó el interrogatorio del sospechoso.