Cataluña es la puerta de entrada que utilizan muchas redes de explotación de menores de República Dominicana, según los datos de Apramp. Todo empieza en pequeñas poblaciones y zonas rurales. Captadores de las redes ofrecen ayuda a las chicas para estudiar o un trabajo bien remunerado con el que puedan sacar de la pobreza a su familia. Ellas terminan prostituidas, casi siempre en Madrid, Barcelona o Valencia.

A veces, son las madres de las crías o sus tías, que han viajado a España y residen en el país de forma regular, quienes facilitan el viaje de las menores, mediante una carta de invitación. Sus explotadores las llevan hasta el aeropuerto de Santo Domingo, donde continúan la ruta en avión hasta Turquía. Muchas de las víctimas descubren el engaño nada más empezar el viaje, cuando ya no hay vuelta atrás.

Cuando llegan a España, tras atravesar el sur de Europa, se las mantiene «ocultas en los burdeles, en estancias diferentes a mujeres de mayoría de edad reciente», que suelen estar en otra planta del club. No suelen tener agua caliente ni ventilación. Solo salen a la luz cuando el cliente las demanda. Dos menores dominicanas fueron identificadas por Apramp en el año 2017.