El Gobierno chino prohibió ayer que los investigadores de la Organización Mundial de la Salud (OMS) entren en los hospitales militares de Pekín, donde tenían previsto obtener muestras de los enfermos y datos epidemiológicos que permitan determinar el origen de la epidemia de neumonía asiática. La OMS formuló la petición de visitar dichos hospitales después de que, contra la opinión del Gobierno chino, Pekín fuera incluida entre las ciudades que están propagando el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS).

El secretismo de las autoridades chinas sobre la epidemia aumenta la inquietud mundial ante un brote del que aún se desconoce qué virus lo causa y cuáles son sus vías reales de transmisión, y para el que, por lo tanto, no existe tratamiento.

Varios hospitales militares de Pekín, los mejor dotados de la capital, han cerrado sus puertas. Sus médicos dicen, de forma confidencial, que esos centros albergan a numerosos afectados. "Estos hospitales han sido objeto de inquietantes rumores en las últimas semanas, pero no hemos recibido permiso para visitarlos", indicó la OMS. David Heymann, director del programa de enfermedades infecciosas de la OMS, afirmó ayer que la epidemia no estará controlada hasta que se sepa qué ha ocurrido en China.

La negativa a facilitar la inspección de los hospitales parece un intento de impedir conocer el número real de afectados. Esta actitud coincide, no obstante, con el reconocimiento público del Gobierno chino de que el país sufre una grave epidemia.